
EUGENIA PAIZ | MAZO
Abogada de profesión, miembro del Consejo Insular de Aguas desde su creación, en el año 1995 -coincidiendo con el traspaso de competencias en materia de aguas desde el Gobierno de Canarias- y gerente del organismo autónomo en los últimos seis años. Mercedes Rodríguez, subraya el trabajo realizado en la protección de barrancos, en la distribución del agua de riego y en la planificación de infraestructuras para dar cobertura a las necesidades de una isla eminentemente agrícola. Su otro caballo de batalla, tras la rotura de la Laguna de Barlovento, es conseguir la normalización de la situación de los agricultores damnificados -algunos de los cuales están decididos a llegar a la vía judicial para reclamar su indemnización- y recuperar un embalse que es la columna vertebral de las infraestructuras hidráulicas con las que cuenta la Isla.
-En medio de tantas estrecheces económicas y con tantos frentes abiertos en el organismo que gestiona ¿qué margen de actuación tienen?
“No podremos atender todo lo que habíamos planificado desde un punto de vista ambicioso cuando no teníamos esta crisis. Tenemos que dejar en suspenso la realización de una serie de balsas reguladoras en lugares estratégicos del territorio pero sí podemos, desde que comenzó la crisis, atender eso que llamamos las pequeñas grandes cosas, racionalizando al máximo las infraestructuras que tenemos. Con poco presupuesto y, gracias al equipo técnico que tenemos, podemos hacer pequeñas actuaciones que son muy necesarias”.
-Ustedes gestionan el agua de riego, pero sus competencias van mucho más allá
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“En el Consejo están representadas, además de las instituciones, los titulares de agua de la Isla, los concesionarios, desde luego los agricultores, los empresarios y los sindicatos. Somos una isla agrícola y ese sector es que el más peso tiene porque es el que más porcentaje de recursos necesita. Pero, también, trabajamos con el sector turístico, vigilamos que no se produzcan vertidos, acometemos trabajos de saneamiento, planificamos y protegemos los cauces de los barrancos de la Isla. La presión urbanística en los barrancos que de la Isla ha disminuido mucho. Nuestra tarea en este frente ha sido advertir, aconsejar y, de alguna manera, concienciar a los vecinos, algo que ha ido muy bien en base a los resultados conseguidos”.
-El precio del agua de riego sigue siendo un problema para los agricultores.
“El agua se necesita, es imprescindible. En la Isla el precio está regulado y eso permite mantener un equilibrio. Las aguas, en parte, son privadas y eso tiene su explicación en que tanto en Canarias, como en La Palma, solo las zonas con agua podían tener actividad económica, mientras que el resto de las islas vivían sumidas en la pobreza. Los emigrantes regresaron con inversión privada para hacer obras, galerías que han podido ofertarnos el agua. Pese a los problemas que ha habido años atrás, poco a poco, se ha encontrado el equilibrio. La mayoría de las aguas aquí en La Palma siguen siendo privadas, y en base a las infraestructuras que hemos realizado, se han convertido en semipúblicas. Lo público y lo privado en La Palma, en materia de agua, conviven en paz y eso se ve en el Consejo Insular de Aguas, que es muy participado. Los criterios para fijar los precios del agua los establece el Gobierno de Canarias, una comisión específica. En La Palma, además, el mercado se autoregula”.
-Las restricciones económicas ¿también tendrán reflejo en lo previsto en la Fuente Santa para que pueda ser visitada?
“A nivel administrativo ha habido mucho que hacer y no hemos parado ni un solo día desde que se alumbraron las aguas de la Fuente Santa. Todas las administraciones hemos colaborado y la infraestructura que se nos entregó está siendo adaptada a unas normas de seguridad en la galería y su mejora para que pueda acoger los proyectos futuros. Hace dos meses ya podemos ver cómo están las cosas allí porque el sistema está motorizado, se ha mejorado la instrumentación, se han llevado a cabo levantamientos topográficos, se han realizado estudios de bombeo, con registros cada poco tiempo. Ahora estamos pendientes de los trabajos en la ventilación, puesto que hay presencia de CO2 en la galería, y en el sistema eléctrico, así como en el exterior de la galería, con unas obras que ya están proyectadas para integrar el acceso tal y como lo requiere la declaración de impacto para la zona exterior. Una vez que todo eso esté listo la Fuente puede ser visitable y éso puede ocurrir en un horizonte próximo, siendo gestionado entonces por quien corresponda. Aspiramos a terminar las obras en la Fuente Santa este año”.
-En cuanto a La Laguna de Barlovento y su rotura, más allá de las indemnizaciones que solicitan algunos de los agricultores, ¿durante cuánto tiempo puede la Isla prescindir de esta infraestructura?
“Ahora mismo sabemos que, aunque hemos perdido capacidad de embalse, la mejora de las infraestructuras hidráulicas de la Isla y de los sistemas y la capacidad de transporte ha permitido que no se vea comprometido el suministro de agua. Los caudales pueden pasarse, transportarse hasta donde haya capacidad de embalse . Para el Consejo Insular de Aguas la laguna de Barlovento es importantísima y trabajamos por recuperarla pero, para ello, se han de solucionar una serie de problemas, tener un mayor conocimiento y resolver en base al proyecto que se redacte correcciones teniendo en cuenta el terreno en el que está sustentada la balsa. Tenemos que contestar a preguntas tales como qué pasa con aquel terreno, qué pasa con la infraestructura y con qué mecanismos debemos contar para tener garantías”.
-Usted es consciente de que esto supone buscar mucho dinero en tiempos de crisis, además de la burocratización del proceso y el malestar de fondo que hay entre los afectados. ¿De qué margen de tiempo cree usted que estamos hablando?
“Mi sueño, mi idea es que en 2015 podamos tener la balsa reparada. Quizás sea una idea demasiado optimista. Se está trabajando y se va a realizar un proyecto que incluirá unos avances tecnológicos que suponen una novedad”.