AGENCIAS | Madrid
El Papa Benedicto XVI pidió ayer a los jóvenes que no se “avergüencen del Señor” y que muestren “abiertamente” la fe con su propia vida, durante el discurso que realizó a su llegada al aeropuerto de Barajas, donde fue recibido por los Reyes don Juan Carlos y doña Sofía; el presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, así como por multitud de autoridades civiles y eclesiásticas.
El Pontífice, que aterrizó a las 12.00 horas en el aeródromo madrileño para participar en la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ), contó con el apoyo de unos 2.000 peregrinos, quienes, a su llegada, lo han aplaudido y vitoreado. El Papa realizó en su discurso numerosas alusiones a los jóvenes y aseguró que la JMJ les va a servir para “manifestarse firmes en la fe”, tal y como reza el lema del evento. “¿Por qué y para qué ha venido esta multitud de jóvenes a Madrid? Aunque la respuesta deberían darla ellos, bien se puede pensar que desean escuchar la Palabra de Dios, como se les ha propuesto en el lema para esta Jornada Mundial de la Juventud, de manera que, arraigados y edificados en Cristo, manifiesten la firmeza de su fe”, indicó mientras los jóvenes coreaban “Esta es la juventud del Papa”.
En la misma línea, el Rey demandó en su discurso la ejemplaridad de los mayores para con la juventud, en un tiempo en el que se percibe una “profunda crisis de valores”. “Es hora de redoblarles nuestro apoyo -expuso; de aportarles todos los medios para que logren abrirse camino; de acabar con el intolerable paro juvenil, y de animarles a tomar la antorcha de los valores que hacen grande a la Humanidad”. Don Juan Carlos dedicó un “emocionado” recuerdo a Juan Pablo II, que visitó en 1989 España para presidir la JMJ en Santiago de Compostela.
Antes de los discursos, las autoridades que esperaban sentadas en la carpa frente al Pabellón de Estado de Barajas se acercaron, una a una, a saludar al Pontífice. El primero fue el presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, que estrechó la mano al Pontífice y cruzó con él unas palabras. Benedicto XVI se reunió luego con los Reyes.
Unos 2.000 jóvenes peregrinos recibieron a Su Santidad en el aeropuerto, donde no cesaron de dirigirle gritos de bienvenida. “Sí, sí, sí, el Papa ya está aquí”, “esta es la juventud del Papa” o “Benedicto, amigo, España está contigo”, fueron las consignas más repetidas. Delante de ellos, 58 niños con el uniforme de la Guardia Suiza dieron el toque de color a la ceremonia.
Representantes de los tres ejércitos formaron parte de la comitiva de bienvenida al Pontífice y se situaron a lo largo de la alfombra roja que se extendía desde la escalerilla del avión hasta la carpa donde se pronunciaron los discursos. Luego abandonó el aeropuerto en papamóvil y realizó un primer recorrido por Madrid, donde le esperaban los peregrinos, para llegar a la Nunciatura, donde se aloja estos días.
Pero la convocatoria más especial del primer día del Papa en España tuvo lugar sobre las 20.00 horas, en la plaza de Cibeles. Antes, Benedicto XVI fue recibido por el alcalde de Madrid, Alberto Ruiz Gallardón, quien le hizo entrega de las Llaves de Oro de la ciudad. Además, 50 jóvenes -10 por continente- cruzaron los cuatro arcos de la Puerta de Alcalá con el Papa y el cardenal arzobispo de Madrid, Antonio María Rouco Varela.
Rezar por quienes no creen
Ante el júbilo de miles de jóvenes reunidos en la Plaza de Cibeles y calles aledañas, el Papa pidió a los presentes que rezaran para que el mensaje de esperanza y amor de Cristo tenga eco “en los corazones de los que no creen o se han alejado de la Iglesia”.
Tras escuchar el himno oficial de la JMJ, el Pontífice destacó que Madrid es “la capital de los jóvenes del mundo y donde toda la Iglesia tiene sus ojos”. Benedicto XVI también saludó a los peregrinos congregados en francés, inglés, alemán, italiano, polaco y portugués.
El Papa tuvo palabras de agradecimiento para el cardenal Stanislaw Rylko, presidente del Pontificio Consejo para los Laicos, y a sus colaboradores en ese Dicasterio, por el trabajo realizado, así como para el cardenal arzobispo de Madrid, Antonio María Rouco Varela, y autoridades nacionales, autonómicas y locales.