El estÃo festivo -según Caro Baroja- es época de fiesta y romerÃas dedicadas al santoral cristiano. Ya comentamos en otra ocasión la cierta artificialidad de las romerÃas canarias. Despojadas de su sentido votivo inicial, están abocadas a la exaltación de una cultura campesina que es ajena a la población urbanita que las disfruta.
La mayor parte de las que conocemos en Tenerife son hijuelas de la iniciativa que tuviera Diego Crosa a principios del siglo XX, con su Paseo Romero de Santa Cruz. Sin embargo, algunas pocas conservan un aire tradicional que las hace merecedoras de ser consideradas como un caso particular. Acaso Garachico sea un punto referencial para servirnos de ejemplo. Con su Fiesta de las Tradiciones, más allá de clichés y de la institucionalización sistemática que sufren nuestras fiestas populares y romerÃas, el propio pueblo es quien organiza la fiesta, quien da cauces para la participación popular en su romerÃa, una de las más antiguas de la época moderna.
La RomerÃa de San Roque conoció su germen en el siglo XVII y fue en 1931 que el ayuntamiento declara oficialmente el dÃa 16 de agosto como fecha de su celebración, aunque ya se referencia en 1920 a la confluencia de romeros en honor a San Roque. En su forma moderna es reinventada en 1966. Un dato importante es que su dÃa no se cambia nunca en pro de una participación más masiva o en virtud de su posible interés turÃstico.
Uno de sus muchos atractivos es que toda la comarca, campo y mar, Villa y Puerto se dan la mano en la vertiente de romerÃa campesina y en la de su dimensión marinera.
El martes dÃa 16, San Roque nos convoca de nuevo a la Villa y Puerto para disfrutar de la tradición y la fiesta. Allà nos vemos.