ÁNGELES RIOBO | Santa Cruz de Tenerife
Un 22% de mujeres y un 15% de hombres reconoce haber sufrido abusos sexuales en su infancia. Así se desprende de uno de los pocos estudios al respecto España realizado por el Catedrático de Psicología de la Sexualidad de la Universidad de Salamanca, Félix López, en 1994, cuyos datos, a día de hoy, siguen siendo la base de estudio de la comunidad científica.
A pesar de que la prevalencia es similar a la de otros países de nuestro entorno cultural, los expertos aseguran que se trata de la punta del iceberg, ya que solo la mayoría de los abusos se desconocen principalmente porque se ocultan, sobre todo aquellos abusos intrafamiliares que suponen un alto porcentaje de las agresiones sexuales a menores. En España se denuncian solo un 11 % de los abusos sexuales a menores.
Propia voluntad
El reconocimiento del abuso está además condicionado por la propia voluntad de las víctimas a exteriorizar sus experiencias y a la capacidad de discriminar si lo que le ocurrió en su infancia, fue o no un abuso sexual. En este punto, cabe por tanto recordar que el abuso sexual infantil es una forma de maltrato que conlleva la implicación de niños y niñas en actividades sexuales para satisfacción del adulto a través de la fuerza, el engaño o el aprovechamiento de una posición de superioridad, ascendencia o autoridad. Se considera abuso sexual a menores la violación, incesto, tocamientos, estimulación sexual, además de otros actos sin contacto físico como el exhibicionismo, o las proposiciones deshonestas.
Los agresores
En la sociedad existen muchos mitos y falsas creencias en torno a los abusos sexuales a menores, la mayoría de ellos están relacionados con las características de las personas que los llevan a cabo, y con los entornos sociales donde que se producen. Los agresores son personas con apariencia normal, de estilo convencional, de inteligencia media y pueden ser tanto familiares o conocidos de la víctima (65-85%) como personas desconocidas (15-35%).
Otro de los mitos más extendidos es el de que las mujeres no pueden ser agresoras. Aunque la mayoría de los agresores sexuales son varones, en el estudio de López Sánchez se observa que el 30,6% de los varones y el 1,98% de las mujeres víctimas de abuso en su infancia habían sido agredidos por mujeres. Los agresores deben ser asistidos por profesionales de la salud ya que en muchas ocasiones no actúan de forma aislada sino que responden a un patrón inadecuado de conducta sexual. Por tanto, intervenir con la persona agresora implica disminuir la incidencia de los abusos.
Las víctimas
Los niños y niñas víctimas de maltrato con frecuencia experimentan trastornos en el desarrollo físico y traumatismo psicológico social y emocional. Son más proclives al abuso de alcohol, tabaco y otras drogas, intentos de suicidio, o a mostrar conductas violentas o criminales. Los adolescentes que sufrieron abuso sexual tienen más probabilidad de ser sexualmente activos precozmente, de consumir alcohol y drogas. El intento de suicidio es cinco veces más frecuente.
El psicólogo clínico Miguel Sánchez Barbudo está especializado en la atención a las víctimas infantiles y adolescentes de violencia sexual, al que otros especialistas derivan los casos más graves y complicados relacionados con los abusos sexualidad, tanto de agresores como de víctimas. Ejerce en la Unidad de Salud Sexual del Centro de Planificación Familiar de Ofra.
Sánchez Barbudo detalla que las víctimas de maltrato sexual presentan unas características similares. En primer lugar, la diferencia de poder crea en el niño un sentimiento de indefensión por vivir una situación que no pueden controlar. Por otra parte, lo incorporan a su propio autoconcepto creyendo que hay algo en ellos que provoca las agresiones sexuales, y por último, miedo y total desconfianza hacia los adultos, sobre todo en el caso de las agresiones intrafamiliares “pues si las personas que tienen que protegerles les agreden en quién van a confiar”, afirma.
La terapia
Los facultativos trabajan con las diferentes secuelas psicológicas producidas por la agresión. Según detalla Sánchez Barbudo, “muchos de estos niños están disociados, pues en una situación de abuso, el cuerpo del niño está allí pero muchas veces su mente está en otro sitio porque les parece algo tan duro que no lo puede aguantar”.
En un futuro puede ocurrirles ante cualquier situación de dificultad en la vida como con jefes o profesores. En otras ocasiones se disocian en varias personalidades provocando que niños tengan personalidades múltiples. La vergüenza, la negación y la somatización son otros de los mecanismos de defensa. Los pasos habituales a seguir en la terapia son que la victima rompa el silencio y hable de lo sucedido ante otros. Intentar reconstruir la historia del abuso para tomar verdadera consciencia y quitarse culpabilidades. Lograr que el paciente sitúe la responsabilidad del abuso sobre el agresor. Afrontar la vida intentando perdonar real o simbólicamente al agresor. “existen personas que siguen temiendo a su agresor incluso 30 años después”, subraya el psicólogo.
Detectar y actuar
La detección de los abusos requiere de una implicación por parte de diferentes sectores públicos como el sector educativo y el de los servicios sociales, pero es en la Atención Primaria la constituye el bastión principal en la detección de situaciones de riesgo social y desprotección en el niño o niña, sobre todo en la franja de edad de 0 a 5 años, cuando aún no ha comenzado la enseñanza obligatoria. El pediatra Luis Ortigosa, quien ejerce en el Hospital Universitario Nuestra Señora de La Candelaria (Hunsc) explica que ante cualquier sospecha de abuso se comunica al Servicio de Asistencia Social Hospitalaria y en su caso del Médico Forense.
Y es que el Servicio Canario de Salud (SCS) contempla en su Programa de Salud Infantil un apartado destinado al maltrato infantil, en el que se que incluye un epígrafe específico de abuso sexual, donde se recogen, a modo de guía, los indicadores físicos y de comportamiento tanto del niño así como de los progenitores o cuidadores, con el fin de activar las medidas de protección al menor, minimizar las consecuencias, tratar las secuelas y prevenir las recurrencias.
El programa recoge, además, un protocolo de actuación multidisciplinar que tiene en cuenta los aspectos sociales, familiares y del entorno. Tras la detección, el niño abusado sexualmente debe ser trasladado desde el centro de salud a un centro hospitalario donde se le hará la exploración y el consiguiente parte de lesiones.
Prevención
El maltrato infantil es difícil de predecir, pues no hay características de clase social, nivel socioeconómico o educativo que excluya la posibilidad de abuso en niños, por lo que es muy importante trabajar con los padres y madres para alertarles desde que ven alguna anomalía y también con los niños para que sepan que “nadie tiene derecho a tocarles”, remarcan los distintos expertos.
El responsable de los programas asistenciales del Servicio de Atención Primaria del SCS, Santiago de la Huerga, explica a DIARIO DE AVISOS que se está ultimando un Programa de Atención a la Salud afectivo-sexual y reproductiva de las Islas, que ha sido elaborado junto a profesionales que se dedican al tratamiento de víctimas de abusos sexuales, como el ya citado Miguel Sánchez Barbudo.
Con este programa de salud sexual se pretende abordar la promoción de la salud sexual en todas las etapas de la vida, y prevé la elaboración de un historial sexual para cada paciente, acompañado de actividades de sensibilización y formación para todos los profesionales sanitarios con el fin de mejorar la prevención y tratamiento de los abusos sexuales.
De la Huerga precisa que, desde el año y 2005 se celebran cursos de actualización de programa de salud infantil en los que los facultativos de atención primaria relacionados -pediatras, enfermeros pediátricos y trabajadores sociales- ponen en común estrategias prácticas para la propia consulta.
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Un triple estigma para los varones…
Según los datos, uno de cada siete hombres ha sufrido abusos sexuales en su infancia. Los expertos consideran que estos datos estén infraestimados debido a la dificultad que experimentan los varones para reconocer personal y socialmente una situación de abuso. Si su agresor fue otro varón se presenta un doble estigma, por un lo consideran una manifestación de debilidad frente a otro varón, y por otro el estigma de la homosexualidad. De la misma manera si la agresora fue una mujer, tienden a “reinterpretarlo” como una experiencia sexual neutra o positiva, y no como una agresión real. “He tenido casos en los que un hombre recuerda haber mantenido un encuentro sexual cuando tenía 7 años, con una mujer de 30. Claramente es un abuso, pero lo reconoce como una experiencia, como mecanismo de defensa”, expone el psicólogo Miguel Sánchez Barbudo, profesional al que otros especialistas derivan los casos de abuso sexual más complicados. Aunque el abuso a niños y niñas ha existido siempre comienza a reconocerse a partir de la Declaración de los Derechos del Niño en 1959. En la década de los 70 empieza a publicarse sobre el abuso sexual a niñas, sin embargo hay que esperar hasta años 80 para ver los primeros estudios sobre abusos sexuales a varones y por tanto, el reconocimiento por parte de la comunidad científica.
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De interés
El Código Penal contempla cinco delitos contra la libertad sexual, que pueden afectar a toda la población, aunque los más expuestos son los sectores más frágiles e indefensos cono mujeres, niños y niñas: 1) Agresión sexual. Implica la existencia de violencia o intimidación para la propia víctima o para otra persona vinculada a ella. 2) Abuso sexual. No hay violencia ni intimidación pero si puede haber engaño o falta de consentimiento. 3) Acoso sexual. Supone la expresión de una posición de superioridad, de poder, con objeto de obtener favores sexuales. 4) El exhibicionismo o la provocación sexual.5) La inducción a la prostitución y la corrupción de menores. Por lo general cuando estos delitos se refieren a menores se utiliza el término abuso sexual con independencia de si va acompañado o no de violencia. La Ley del Menor de Canarias considera infracción grave no poner en conocimiento de las autoridades competentes la posible situación de riesgo en que pudiera encontrarse un menor.
Indicadores de abuso sexuales, según señala la Asociación Española de Pediatría. A) Físicos en el niño:(Dificultad para andar o sentarse, ropa interior rasgada, manchada o ensangrentada, vulva hinchada o roja, dolor o picor genital, infecciones urinarias de repetición, presencia se semen en la boca genitales o en la ropa, presencia de cuerpos extraños en uretra vejiga, vagina o ano, contusión o sangrado en genitales externos, zona vaginal o anal, enfermedad de transmisión sexual, embarazo en la adolescencia. B) Indicadores conductuales en el niño: (Conocimientos sexuales inusuales, extraños o sofisticados, miedos fobia histeria, trastornos en el sueño o alimentación, depresión, intento de autolisis, desvalorización corporal (anorexia), promiscuidad sexual, criminalidad, problemas de conducta, dice que ha sido atacado sexualmente. C) Indicadores en la conducta del cuidador: muy vigilante con el niño o niña, fue abusado en su infancia, estimula al niño en actos sexuales, experimenta dificultades con su pareja, abusa de drogas y/o alcohol, está ausente del hogar con frecuencia.