Actividad fÍsica, ¿no tan sana?

El atleta británico Mo Farah compite en una prueba de los 3.000 metros. | EFE

AYOSE HERNÁNDEZ* | Santa Cruz de Tenerife

Cientos de jóvenes en Canarias practican distintas disciplinas deportivas que exigen un cierto grado de esfuerzo físico. Es el grupo de población de hasta los 35 años de edad. La mayoría de ellos centran sus preocupaciones sobre salud en las consecuencias del cáncer, del VIH o de los accidentes de tráfico, sin prestar la atención debida a las enfermedades cardiovasculares.

A pesar de que los casos de fallecimiento en el mundo deportivo a consecuencia de patologías cardíacas, dentro de este grupo de edad, son limitadas, los problemas cardiovasculares cobran su importancia cuando se producen casos de muerte repentina entre los jóvenes deportistas. Los informativos dan cuenta de numerosos casos con demasiada frecuencia.

La contradicción médica-deportiva salta a escena cuando tienen lugar este tipo de sucesos, amplificados por los medios de comunicación. Los jóvenes deportistas son el modelo de personas saludables, entrenadas por técnicos titulados y sometidas a reconocimientos médicos exhaustivos. Que sufran enfermedades cardiovasculares, en muchos casos no identificadas y con resultado de muerte súbita, genera la contradicción y ponen en tela de juicio la eficacia de los reconocimientos médicos que se realizan a los deportistas.

La escasa consideración que en determinadas ocasiones se le da a la salud de los deportistas, y el desconocimiento del riesgo que implica la exigencia forzada del organismo, se une a la falta de una correcta educación preventiva de los problemas cardiovasculares. Son algunos de los riesgos que la política sanitaria y deportiva debe solventar, para evitar la incidencia de muerte entre los jóvenes deportistas.

Las prácticas deportivas van asociadas a riesgos médicos adicionales. Habitualmente estos riesgos se solventan con la realización óptima de pruebas médicas. Las revisiones realizadas a los jóvenes atletas, antes de practicar cualquier actividad deportiva, tienen un indudable carácter preventivo, pero pueden resultar insuficientes para cerciorarse de la existencia de patologías cardíacas.

Los reconocimientos médico-deportivos buscan detectar deficiencias cardiovasculares silentes y anticiparse a sus consecuencias. Los desenlaces trágicos que cuestionan la eficacia médica demandan incrementar el abanico de pruebas que garanticen la segura participación del deportista. Una vez detectadas las anormalidades cardiovasculares, estas pruebas indagan en los riesgos derivados de estas patologías, informando al deportista de las limitaciones y los riesgos que conllevan la práctica física, en cada caso específico.

El especialista en cardiología del deporte del Hospital Universitario de Canarias, Alejandro de la Rosa Hernández, tiene en cuenta varias pruebas para hablar de una práctica deportiva segura: el historial clínico, la exploración física y el electrocardiograma de doce derivaciones, que es un estudio realizado para observar la actividad eléctrica del corazón. Son las medidas básicas que hay que seguir en la exploración médica de los atletas.

En la actualidad, la mayoría de los reconocimientos que se realizan en las Islas, a jóvenes deportistas no profesionales, se limitan a un protocolo de estudios valorativos basados en la historia clínica y en exámenes físicos. Con estas medidas se puede descartar una amplia gama de patologías, pero son insuficientes para detectar anomalías cardiovasculares perjudiciales para el atleta.

La implantación de reconocimientos médico deportivos que incorporen pruebas diagnósticas no invasivas, como el electrocardiograma de doce derivaciones, capaces de detectar condiciones cardíacas subyacentes, incrementa la perceptibilidad a la hora de prevenir la temida muerte súbita, y otros tipos de enfermedades cardíacas no diagnosticables mediante una revisión médica estándar.

Sin embargo, a pesar de que los reconocimientos médicos y la tecnología avanzan simultáneamente, y que existe cierta concienciación social por los casos de muerte causadas por afecciones cardiacas entre deportistas de élite, son razones económicas de coste-beneficio las que deciden si se incorpora un simple electrocardiograma al estudio médico común.

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Enfermedades cardiovasculares comunes

Miocardiopatía hipertrófica: enfermedad caracterizada por el aumento del grosor de sus paredes. La muerte súbita puede darse en los jóvenes durante o después de un esfuerzo.
wCardiopatías congénitas: afecta al funcionamiento del corazón, debido a un desarrollo anormal de éste antes del nacimiento. Muchos de estos defectos necesitan un seguimiento cuidadoso; algunos se curan con el tiempo y otros requerirán tratamiento.

Valvulopatía aórtica bicúspide: enfermedad que hace referencia a la existencia de una válvula aórtica que tiene dos valvas en lugar de tres. Los síntomas de tales complicaciones pueden ser dolor torácico, disnea, palpitaciones o desmayos.

Displasia arritmogénica: se caracteriza por la presencia de taquicardias ventriculares, a consecuencia del reemplazo focal del miocardio del ventrículo derecho por tejido adiposo y colágeno.

Enfermedades de la válvula aórtica: se producen a consecuencia de la dilatación, la disección o la rotura de sus paredes. La más importante es la estenosis valvular aórtica.

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*Reportajes elaborados en colaboración entre las Aulas de Cultura Digital de la Universidad de La Laguna (Acudi) y DIARIO DE AVISOS