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SIN EXCUSAS > POR RAQUEL LUCÍA PÉREZ BRITO

Agosto nublado en todo el mundo

   

Este fin de semana todos los ojos se centraron en las bolsas de Oriente Medio ya que eran las primeras que tenían que hacer frente a la rebaja que sufrió la deuda estadounidense por la agencia de calificación Standard & Poor’s.

El sábado, en Arabia Saudí, se desplomó el 5,46%. El domingo, en Israel, se vivió con intensidad las primeras horas de su apertura y el resultado fue desastroso, tal y como se esperaba. Tel Aviv cerró el día con pérdidas cercanas al 7%. Algo similar ocurrió en Egipto, que cedió el 4,54% en escasos 15 minutos, y en Abu Dabi la bajada fue de 2,53%. Con estos escenarios, los miembros del Consejo de Gobierno del Banco Central Europeo estuvieron en contacto telefónico hasta bien entrada la noche del domingo, para intentar frenar lo que se consideraba inevitable: la llegada del terremoto financiero que alcanzaría a Europa y unas horas más tarde a Estados Unidos. La decisión de comprar bonos españoles e italianos fue capaz de reducir la presión de los mercados sobre la prima de riesgo de ambos países, pero no la caída de todas las bolsas europeas y americanas el pasado lunes. España consiguió cerrar con una prima de riesgo por debajo de los 300 puntos, pero la bolsa cedió 2,44%, a pesar de que en sus primeras horas fue capaz de subir el 4%. Y en Wall Street las pérdidas también fueron elevadas; de nada sirvió la intervención del mismo presidente de los Estados Unidos, que no fue capaz de tranquilizar a los inversores.

Es evidente que nos encontramos muy cerca del double-dip, una nueva recesión por producirse, una recaída en la supuesta recuperación. Lo que habría ahora que evitar es que la nueva recesión se convierta en una segunda depresión, ya que de ésta se tardará mucho más en salir. Hay muchos que opinan que los mercados no están reflejando la realidad, sino que son los propios mercados los que la están creando y se culpa a los especuladores de esta situación. Es posible que tengan razón, pero las fuerzas de los mercados tienen límites de aguante y estos límites ya han sido superados hace tiempo. Y es que, ante la ceguera de los dirigentes españoles y europeos (por nombrar solo a los que nos atañen), son los inversores con sus especulaciones o sus miedos los que van marcando los pasos que posteriormente provocan decisiones en nuestros mandatarios. Ni los políticos ni los economistas pueden pedir calma a los inversores que se juegan sus fortunas. Hay soluciones para Europa, pero hay que ser valientes hoy y afrontarlas cuanto antes.

*Economista, abogada y licenciada
en Ciencias Políticas
Twitter@errelu