AGUSTÍN M. GONZÁLEZ | Santa Cruz de Tenerife
Andrés, un niño tinerfeño de 4 años que casualmente se encontraba ayer en Madrid con su familia por motivos médicos, fue sin quererlo el sorprendente protagonista de la segunda jornada de la estancia en España del papa Benedicto XVI. Andrés fue invitado junto a sus padres y sus hermanos mayores a una recepción privada y exclusiva con su Santidad en la sede de la Nunciatura.
Su padre, Antonio González Casanova, conocido abogado norteño, todavía no se cree la inolvidable experiencia vivida junto a su familia “sin buscarlo y sin quererlo”. Sucedió por un casi milagroso cúmulo de circunstancias y hasta terminó con una entrevista en Telemadrid.
El día anterior estaban sentados en un banco de la calle Serrano para ver pasar al Papa, aprovechando el viaje a Madrid para una consulta médica con el pequeño Andrés. “Se nos acercó un joven de la organización -dijo el padre- que se puso a hablar con mi hijo y después de contarle lo que le ocurría, le dijo que rezaría por él. El joven regresó más tarde y le comentó a mi mujer que si queríamos ver mejor al Papa que estuviésemos hoy a las puertas de la Nunciatura”.
Así lo hicieron. Pero además les ayudó, otra casualidad, el jefe de la guardia suiza juvenil que custodia a Su Santidad, que es un tinerfeño de Vilaflor. Así, nada más llegar el jefe de seguridad les hizo entrar al interior de la Nunciatura, donde les enseñaron el papamóvil, hasta que apareció el Papa. “Estábamos sólo nosotros. Ha sido algo increíble”, narró Antonio González Casanova. “Al Papa se le veía muy contento y fue muy cariñoso con mi hijo pequeño, que estaba realmente impresionado”. La anécdota fue que los dos hijos mayores, de 13 y 14 años, conversaron con el Benedicto XVI en alemán ya que, según le explicaron, estudian en el colegio Hispano Alemán. La excepcional recepción privada finalizó con la bendición del Santo Padre que deseó al pequeño Andrés una total recuperación de su enfermedad.