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Bailar con el viento de cara

   

Zaragoza subraya la meritoria labor que realizan centros como el de Charo Febles. | NURIA MACHADO

SANTIAGO TOSTE | SANTA CRUZ DE TENERIFE

Como en muchos otros órdenes de la vida, en la danza resulta tan importante contar con talento como poseer las herramientas apropiadas para expresarlo. Una cosa que en principio puede resultar obvia, a menudo pasa inadvertida. Y esa carencia corre el riesgo de devenir en un peligroso atavismo que condiciona al alumno que con el tiempo se convierte en profesor, que a su vez luego forma a alumnos, que con los años serán profesores, que…

Gonzalo Zaragoza, jefe de estudios del Conservatorio Superior de Danza de Madrid María de Ávila (Csdma), plantea de esa manera una de las líneas de trabajo que se ha marcado este centro: dotar a cualquier persona que estudie danza de una amplia serie de recursos que vaya más allá de la formación como bailarín y ahonde también en las facetas de coreógrafo y de enseñante de una disciplina artística tan maravillosa como ésta.

Zaragoza ha estado en la Isla esta semana para impartir un seminario en el Estudio de Danza Charo Febles, un centro especializado en danza clásica que hace un año abrió sus puertas en Agua García, Tacoronte. “Este taller surge de la iniciativa de Charo Febles -explica Gonzalo Zaragoza a este periódico-, con el objetivo de que el alumnado tenga la posibilidad de conocer qué se mueve en el mundo de la danza fuera de las Islas; al tiempo que intentar brindarle dos o tres conceptos técnicos con los que poder trabajar durante el curso”. “Al igual que cuando Charo impartía clases en el Teatro Victoria -apostilla-, en este centro veo una línea de trabajo muy clara, muy definida, algo que no resulta tan frecuente”.

Artistas de primer nivel

Cuando se le pregunta a Gonzalo Zaragoza por la situación de la danza clásica en nuestro país, su respuesta resulta muy elocuente: “El problema es tan claro como que la danza clásica en sí prácticamente no existe en toda España, con la paradoja de que el mundo está plagado de bailarines clásicos españoles de primer nivel: si investigásemos un poco, podrían salirnos más de 300 nombres de españolas y españoles, y eso, únicamente contando a los de veintipocos años”, subraya este bailarín y docente.

Pero además hay otros factores que explicarían las dificultades con las que se encuentra alguien que desee aventurarse en este universo. “Por un lado -detalla Gonzalo Zaragoza-, llegar a plasmar sobre un escenario la danza clásica resulta muy caro, y a eso también se le une el que las administraciones públicas no la apoyan lo suficiente. De ahí que lo habitual sea decantarse por programas mixtos”.
De igual modo, Zaragoza, quien se adentró en su vocación a los seis años, formándose con maestros como Luis Fuentes, África Morris, y de forma muy especial, Carmen Roche, Lola de Ávila y Ana Baselga, menciona otra carencia que afecta a la danza clásica en España. “No se muestra desde la escuela -afirma-, con lo que tampoco es posible formar a un público que, poco a poco, aprenda a amar este arte”. “Por eso -destaca-, resulta más meritoria si cabe la labor que desarrollan centros como el de Charo Febles, porque son casi la única manera de apoyar y desarrollar vocaciones, así como de propiciar que una parte de la sociedad reclame este tipo de espectáculos”. “Lo ideal -agrega Zaragoza- sería que en los centros educativos se programasen actuaciones, con el fin de que los niños comenzaran conociendo la danza clásica hasta que, de forma paulatina, llegaran a descubrir la contemporánea”.

Compañía Nacional

Y es que en opinión de este profesor, que con sólo 18 años entró a formar parte como bailarín de los Ballets de Montecarlo y, después, del London City Ballet, esta falta de protagonismo que se le brinda a la clásica se refleja en la misma Compañía Nacional de Danza. “Considero que esta ausencia es un gran error -recalca-, porque contamos con magníficos profesionales de la docencia que se dedican a formar, a formar y a formar a grandes bailarines de danza clásica que luego no tienen la posibilidad de dar el salto a la Compañía Nacional y esto, de nuevo, tiene mucho que ver con la falta de dinero, con la inexistencia de una apuesta decidida por parte, en este caso, del Estado”.

No obstante, Gonzalo Zaragoza contempla con cierto optimismo la llegada de José Carlos Martínez -en diciembre del año pasado, en sustitución de Nacho Duato- a la dirección artística de la Compañía Nacional de Danza. “Él viene del ballet clásico -argumenta-, y quieras que no, eso nos hace albergar la esperanza de que exista mayor sensibilidad y se llegue a una compañía de repertorio más amplio, con ballet contemporáneo, pero también se le dé oportunidades al clásico, a los bailarines, pero también al público”.

La formación

Así las cosas, Gonzalo Zaragoza expone que el trabajo que se desarrolla en el Conservatorio Superior de Danza de Madrid María de Ávila “surge de la necesidad de abordar un seguimiento teórico y práctico del intérprete y del futuro coreógrafo; de crear, en definitiva, buenos profesores”. “Muchas veces -explica-, todo el que no llega a bailar profesionalmente acaba por montar un estudio de danza, con lo peligroso que eso puede llegar a ser”. “De manera que en el conservatorio nos planteamos la misión de proporcionar una formación lo más extensa posible -añade-, y aquí entra la pedagogía, la psicología, la música, las humanidades, la coreografía o la interpretación”.

Y uno de los elementos que revisten mayor importancia en esta “apasionante, compleja e intensa” tarea de crear buenos coreógrafos radica en el hecho, tal y como detalla Gonzalo Zaragoza, de que “el ballet clásico demanda bailarines que se suban al escenario con una edad que va de los 18 a los 22 ó 23 años, mientras que en danza neoclásica o contemporánea se necesita un intérprete con más madurez”.

El estudio

En su conversación con DIARIO DE AVISOS, Gonzalo Zaragoza no quiere pasar por alto “el esfuerzo y el empeño que realizan cada día por ofrecer una formación en danza clásica de la mayor calidad personas como Charo Febles, sobre todo porque a menudo se encuentran con estas y otras muchas dificultades para transmitir su vocación y, sin embargo, se muestran decididas a seguir hacia adelante”.
Además de dirigir su propio estudio de danza, Charo Febles (Tacoronte, 1974) dirige la Compañía EntreDanza. Con ella ha puesto en pie los espectáculos Impresiones,que recibió el Premio Réplica de 2009 a la mejor coreografía; Una mano para recibir, otra para dar, y Ver para leer. Charo Febles ha sido profesora en el Teatro Victoria (2002-2010), como invitada en Tenerife Danza Lab del Auditorio Adán Martín (2007-2009), en el Conservatorio Superior de Música de Canarias (2007-2008) y en el Centro Internacional de Danza Carmen Roche, en Madrid, en el periodo que va de 1997 a 2001.

Carmen Roche

En el plano artístico, cabe mencionar, por ejemplo, la trayectoria de Charo de Febles en el Ballet de Tenerife(1990-92); como bailarina principal en el Ballet Carmen Roche, o como invitada en la producción We like Mozart, que puso en escena el coreógrafo Amedeo Amodio para el Teatro Massimo de Palermo, en Italia, durante el mes de julio de 2005.
La filosofía de su estudio responde a la voluntad de ofrecer formación tanto para quienes quieran dedicarse a la danza de forma profesional como para aquellas personas que, aficionadas, busquen profundizar en esta manifestación del arte a través del cuerpo y la música. “El eje de la propuesta pedagógica es brindar una formación que prepare al alumno hacia diferentes opciones”, señalan desde el estudio. Y para ello se recorre un amplio horizonte de aspectos, desde técnicos a artísticos, emocionales o psicológicos. Pues, como dicen que dijo una vez Isadora Duncan: “danzar es sentir, sentir es sufrir, sufrir es amar; usted ama, sufre y siente. ¡Usted danza!”.