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opinión > por Carlos E. Grote

Carta abierta a José Bermúdez

   

No sé si le han dicho que falta usted a la verdad cuando, en el prefacio del catálogo de la exposición de Cándido Camacho inaugurada el pasado 28 de julio en el Museo Municipal, escribe que es la segunda vez que se realiza una exposición sobre el artista palmero tras su muerte, ocurrida en 1992. Eso no es cierto. Ha obviado –lo ignora también el comisario de la exposición, lo que es más grave-, la gran antológica que el Gobierno de Canarias promovió a finales de 1995 y comienzos del 96, que fue inaugurada en Santa Cruz, en la sala de exposiciones La Granja, de donde pasaría a La Regenta, en Las Palmas de Gran Canaria, concluyendo su itinerancia en la casa Massieu van Dalle de Tazacorte. Con ser bastantes, no han sido tantos los años de ausencia si lo comparamos con muchos imperdonables “olvidos” a los que se ven sometidos buenos artistas canarios del pasado y el presente. La primera exposición tras la muerte de Cándido, aquella que al ignorar la antológica sirvió a la de ahora como referencia para estimar su grado de ausencia de la atención pública, fue promovida en 1994 por el Cabildo de La Palma, el Ayuntamiento de Tazacorte y el Gobierno Autónomo(…). Ambas exposiciones tuve la responsabilidad de organizarlas, y creo que en las dos se aportaron documentos de interés para el conocimiento de su obra, pues la titulada Las últimas pinturas catalogó la segunda serie abstracta dos años después de la muerte de Cándido -tres después de haber sido creada-, mientras que la antológica reunió en excelentes condiciones de selección y exhibición -muy criticables en la del Museo-, la más amplia y representativa exposición del artista realizada hasta ahora, con representación de todas sus series y con un catálogo y una mise en scene que enaltecía y honraba la obra del artista. En cuanto a la actual exposición-homenaje titulada Al corazón, aunque se justifica en un motivo emotivo que sin duda estaría dispuesto a compartir, creo que no hice mal en rechazar la invitación a participar en ella, dado que más que dardo amoroso se me ha antoja estilete emponzoñado, una acumulación de obra sin la menor orientación teórica, sin la menor sustancia reflexiva, y con un confusionismo cronológico que no ayuda en nada a comprender el proyecto estético de Camacho, tan necesitado de claves y ciertas precisiones para familiarizarnos con él y valorar debidamente su obra. Si, además, y es algo que no se comprende demasiado, se ignora lo más notorio de lo realizado hasta ahora en su memoria, la jugada es verdaderamente sucia y suicida para el futuro de Cándido, a quien avala una historia rica y compleja pero no sobrada de testimonios que aproximen y estudien su trabajo. En tal sentido, es una verdadera pena que lo más interesante y sugestivo del proyecto actual, los testimonios de familiares y amigos (…) que se recogen en el catálogo, adolezca de incontables erratas, lo que no habla precisamente de amor y cuidado en su edición y acentúa la sensación de que Al corazón no alcanza rango de compromiso formal con la obra de Cándido, sino de veleidoso e interesado amorío. José Manuel, como estoy seguro de que el error en que ha incurrido no ha sido culpa suya, (…), y esperando que no le haya molestado que lo usara como subterfugio para hablarle de la exposición y del Museo, le animo de verdad a apostar más seria y rigurosamente por nuestro Museo Municipal, es algo que le honrará si nos lo restituye, a todos los habitantes de Tenerife y por ende a cuantos nos visitan, algún día sano, salvo y digno.