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El adiós a la hormona de la vitalidad

   

Los hábitos de vida saludable, tanto físicos como psicológicos, son clave para disminuir muchos de los trastornos vinculados a la menopausia. | M. P.

INMA MARTOS | SANTA CRUZ DE TENERIFE

“Se ha comprobado el aumento de los síntomas de la menopausia en mujeres fumadoras, que toman alcohol, con obesidad y que no hacen ejercicio. Llevar una vida saludable y equilibrada durante la desaparición de los estrógenos contribuye también a vivir esta etapa sin demasiados trastornos ya que el cerebro se va adaptando poco a poco a la nueva situación”. El doctor en Ginecología y jefe de este servicio en el Hospital Universitario de Nuestra Señora de la Candelaria, Felipe Martín Casañas, afirma de forma rotunda que la prevención y los hábitos de vida saludables, tanto físicos como psicológicos, son la clave para disminuir de forma considerable muchos de los trastornos de esta etapa natural de la vida.

La menopausia está relacionada con la disminución de la generación de estrógenos en el organismo de la mujer; sin embargo, según remarca el doctor Casañas, otros aspectos vitales, sociales, sicológicos y neurológicos contribuyen a que esta etapa obligatoria se desarrolle con mayor o menor número de trastornos e intensidad”. “Muchos de los síntomas de la menopausia se pueden prevenir desde la adolescencia”, asegura. “Los tóxicos son acumulativos: cuando se derrama un recipiente por exceso de agua, es que lleva mucho tiempo llenándose y cuando esto ocurre, se manifiesta clínicamente”, indica.

La media de edad en la que las mujeres entran en este período es a los 50 años, coincidiendo con el cúmulo de desgaste de la vida, en la actualidad plagada de actividad profesional, social y familiar. Por eso, hoy el cansancio y la pérdida de vitalidad son mayores. El problema radica en que hay que acomodarse a las propias posibilidades de gasto de energía y no realizar esfuerzos más allá de los que el organismo permite cuando se tiene una edad. Antiguamente, las mujeres que llegaban a una media de edad entre los cincuenta o sesenta años se sentaban en los balcones a contemplar el mundo, comenta el doctor. Como la esperanza de edad ha crecido en la mujer hasta los 85 años, esto es impensable.

Fue en los 50, precisa el jefe de servicio de Ginecología, cuando las mujeres comenzaron a describir estados sintomáticos en el transcurso de la desaparición de la menstruación, coincidiendo en los países desarrollados con su incorporación plena al trabajo y la mayor parte de los síntomas se asocian sobre todo al mundo occidental. “En su mayoría, la sintomatología típica de la menopausia la refieren en mucho mayor medida las mujeres de clase media alta y muy alta”. Además, sostiene que las mujeres de entornos rurales no consultan estos trastornos. Pero la menopausia no es una patología, es un deterioro vital.

“Los hombres también sufren este deterioro, por eso un día se levantan y comienzan a notar que les duelen las articulaciones o la espalda, y se trata solo de que están entrando en otro periodo de sus vidas marcado por la edad”. Se calcula que entre un 20 y un 30% de las mujeres sufren trastornos menopáusicos y sólo algunas de ellas necesitan el llamado tratamiento sustitutivo. Este tratamiento se basa en la administración de estrógenos de forma artificial. No está indicado en todos los casos, por la capacidad de estas hormonas para irritar las células y producir ciertos cánceres o cardiopatías, entre otros efectos secundarios. Corresponde a la paciente y a su ginecólogo valorar si la hormoterapia es necesaria. Las mujeres se benefician de su producción de estrógenos durante su vida fértil porque inundan todo el organismo y, aunque su función principal es la de preparar la capa interna del útero (el endometrio) para albergar un posible embarazo, lo cierto es que aportan vitalidad sicológica, física y sexual. La cantidad de funciones que cumplen estas hormonas explica muchas carencias que sienten las mujeres cuando dejan de producirlas. Los estrógenos son los responsables de regular la temperatura del cuerpo, de ahí que a su falta se padezcan sofocos, sudoración y escalofríos.