Sentí curiosidad por leer la novela El guanche en Venecia, de Juan Manuel García Ramos, y así lo hice. El personaje central es Bencomo de Taoro, formando una trilogía con el adelantado Alonso Fernández de Lugo y Doña Beatriz de Bobadilla, indispensables para el autor.
El guanche, rey de Taoro, es el gran perdedor ante las tropas invasoras de Fernández de Lugo y aparece a lo largo de la narrativa como el héroe. Ante él, el guanche fuerte, el de los dominios de Nivaria, el nostálgico cuando tuvo que vivir en Venecia y Padua, el que soñaba volver a su querido Taoro, veía sus llanadas verdes, sus rebaños paciendo, sus olores a eucaliptos y hierbas salvajes, soñaba de nuevo ante la opulencia de Venecia, ser el mencey de sus tierras, se lo pedía a Achamán, que diera frutos y paz a su isla. Ése era el gran Bencomo.
La novela cuenta, basada tanto en hechos históricos como en la promesa que el autor hizo a Don Antonio Rumeu de Armas: “Escribir, o mejor dicho, reescribir, desde las licencias de la ficción, la verdadera y apasionante historia de nuestro guanche en Venecia”. Y bajo estas licencias de ficción, García Ramos nos relata cómo Bencomo de Taoro, de manos de Lugo, llega como regalo a la Corte de los Reyes de Castilla, Isabel y Fernando. La novela, de 203 páginas, se lee con mucho interés, devorando los capítulos con ansiedad de ver cómo siguen los siguientes. A Bencomo se le coge cariño, el autor lo describe, como quisiéramos todos los canarios, humilde, sencillo, valeroso y amante de su pueblo guanche. Por azares de la vida, llega a Venecia; el Dux de ese gran imperio mediterráneo lo trata como rey y siempre estará acompañado por otro gran personaje, que juega parte importante en su vida, tanto en Venecia como en Padua, llamado Úrsulo de la Maestranza, el que siempre le fue fiel, en los buenos y malos momentos, tomando parte importante en el retorno de Bencomo a Tenerife, intentando llegar a su querido reino de Taoro a través de la Berbería. Dejó, siguiendo al autor, la vida de lujo. Su sueño era volver. La novela lo descubre.
Otros personajes son Alonso Fernández de Lugo, ambicioso conquistador, y Doña Beatriz de Bobadilla, primero dama de Isabel la Católica, viuda de Hernán Peraza, y luego Señora de La Gomera y de El Hierro. Figuras muy discutidas en la Historia de Canarias; Lugo con sueños de ser el señor de las Islas, y la segunda como mujer, que contraerá en segundas nupcias matrimonio con Fernández de Lugo, por un interés desmedido, por avaricia y poderío.
Bencomo de Taoro quería por los medios que fuera volver a su Isla, atravesar el Mediterráneo, cruzar la Berbería acompañado de las tribus nómadas que comercializaban por aquellos desiertos. El autor, en el capítulo XIV, dice que “para Bencomo, sólo exitía una misión: la de ayudar a los suyos frente a la tiranía de los invasores, la de morir entre los suyos si fuera preciso para alcanzar la libertad de su pueblo”.
Capítulo curioso es el V de esta novela, en que el autor describe la procesión del Corpus Christi, en Venecia, de cómo el Dux invita a Bencomo a participar en el desfile. Agostino Barbarigo se enorgullece del personaje, lo colocan a diez metros de su persona, preguntándose los curiosos por “el origen de aquel ser tan excepcional, de aspecto tan infrecuente”.
Novela que hay que leer, por su espectacular confección, por el argumento que, sea o no de ficción, es interesante. Queramos o no, Bencomo de Taoro, Alonso Fernández de Lugo y Beatriz de Bobadilla, estarán siempre envueltos en las leyendas de la conquista de unas islas atlánticas, paradisiacas, jardines del Edén de los poetas, o en la Atlántida, más allá de las columnas de Hércules, en el Mar Tenebrosum de los romanos.
Juan Manuel García Ramos es escritor y catedrático de Filología Hispánica en la Universidad de La Laguna. Mi felicitación por darnos a conocer a un Bencomo de Taoro, mencey valeroso, de gran corazón y origen de la estirpe canaria.