EFE | El Cairo
Siria vivió ayer una nueva jornada sangrienta marcada por la muerte de una treintena de personas -entre ellas, ocho niños- por los disparos del Ejército, a pesar de la petición de Turquía para que se detengan las operaciones militares.
En su reunión en Damasco con el ministro de Asuntos Exteriores turco, Ahmet Davutoglu, el presidente sirio, Bachar al Asad, justificó la represión contra los civiles al acusar de nuevo a hombres armados de estar detrás de las protestas contra su régimen.
“Siria no titubeará en perseguir a los grupos terroristas armados para preservar la estabilidad de la patria y la seguridad de los ciudadanos”, dijo Al Asad, en declaraciones recogidas por la agencia oficial Sana.
Ajeno a las advertencias turcas, el régimen sirio continuó con su hostigamiento contra varias zonas escenario de las protestas; entre ellas, la provincia de Hama (centro), uno de los focos de la ofensiva lazada al inicio del Ramadán.