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SIN EXCUSAS > POR RAQUEL LUCÍA PÉREZ BRITO

El último partido del euro

   

El mes de agosto no va a ser fácil de olvidar. La deuda soberana de la zona euro, la desaceleración del pequeño crecimiento que existía, las declaraciones ambiguas e insuficientes de Trichet, los movimientos de las agencias de calificación (y sus consecuencias devastadoras para las bolsas), la compra de deuda soberana en el mercado secundario por parte del Banco Central Europeo, la prohibición de las posiciones en corto… no han dado respiro, ni lo darán, en las próximas semanas.

Es cierto que las autoridades de la zona euro han dado algunos pasos para intentar resolver la crisis de la deuda soberana, pero no los suficientes para tranquilizar a los mercados. Al euro, se le ha mantenido con vida, pero aún sigue estando gravemente enfermo y su posible cura dependerá de los pasos que se estén dispuestos a dar.

Bruselas se ha mostrado políticamente incapaz de manejar esta situación, por la que se ve desbordada a diario. Los efectos colaterales que se prevén no solo afectarían a Europa sino al resto del mundo, por lo que la preocupación se ha extendido a las grandes economías. El desconcierto económico global es de tal magnitud que los problemas en Europa hay que tenerlos muy en cuenta pero no son, ni mucho menos, los únicos. Estados Unidos no se encuentra en mejor situación y China se enfrenta a elevadas tasas de inflación, anteriormente desconocidas, que han provocado finalmente la apreciación de su moneda. Si nos centramos en Europa, desde hace meses se lleva hablando de la necesidad de crear bonos europeos de los que respondan todos los países de la Unión con un tipo de interés menor.

Hasta ahora, Alemania se había opuesto rotundamente a esta solución; sin embargo, Francia, que hasta ahora no había presionado lo suficiente, necesitó verse enredada en la rumorología y sufrir las consecuencias de los vaivenes de las bolsas europeas para darse cuenta de que podría, no solo los países rescatados y los llamados de la periferia, verse en situaciones muy comprometidas. La posibilidad de que Francia se vea sometida a una bajada de su calificación de triple A, igual que ocurrió con Estados Unidos, ha provocado que intente acelerar los pasos. La reunión de la cumbre convocada por Francia y Alemania, con toda seguridad, se ha centrado en la necesidad de anticiparse a los mercados y en la creación de los eurobonos para evitar las consecuencias que conllevaría no hacerlo. De no actuar rápidamente, será necesario rescatar a España e Italia y ello provocaría el colapso definitivo del euro.

Para impedirlo, se debe permitir que los países con dificultades económicas refinancien su propia deuda a intereses más bajos, similares a los de los países rescatados, y esto solo parece viable si se acepta la creación de eurobonos que reemplacen la deuda soberana. Si se tomase esta decisión, se estaría aceptando la creación de una política fiscal unitaria. Aunque Alemania crea que primero hay que hablar de unión fiscal europea y luego de la creación de los eurobonos, es consciente de que la puesta en marcha de estos dos factores tiene que ser de manera conjunta para no llegar demasiado tarde.

Se puede decir que la pelota está en el tejado de los países de la zona euro con calificación triple A, que queda poco para el final de este partido y que, si no hay una reacción a tiempo, el euro puede ser eliminado.

Raquel Lucía Pérez Brito es Economista, abogada y licenciada en Ciencias Políticas
Twitter@errelu