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el correo indiano > Miguel González Santos*

Hemos perdido los modales

   

Atravesar Bangalore, la quinta ciudad más poblada de la India -con más de seis millones de habitantes-, me ha tomado esta mañana más de hora y media. Para ello utilicé tres líneas diferentes de guaguas urbanas. Por ahora, es el medio de comunicación más práctico y económico en esta gran urbe que está a punto de inaugurar muy pronto su metro. Después del largo recorrido, aún tuve que coger un rikshow; o sea, el típico taxi moto- triciclo con capota. Viajar en transporte público te proporciona una atalaya especial desde la que observar y disfrutar cómo transcurre la vida realmente. Nada mejor que una guagua para hacer la radiografía del lugar. Por cierto, una radiografía vale 300 rupias; menos de cinco euros.

Viajar ilimitadamente en guagua, poco más de un euro al día. Un implante dental 400 euros y un profesor retirado tiene una pensión media de unos 150 euros al mes. Un jardinero gana el equivalente a 75 euros mensuales. Un abundante almuerzo tradicional en un restaurante indio no llega a dos euros.

Pero a lo que iba. En la guagua, observas. Qué gran cambio en pocos años. La India es hoy, junto con China, la gran potencia que asombra al mundo. Con un crecimiento de su economía del 8,2 este año, duplica a la media mundial. Los analistas la sitúan como tercera potencia del planeta antes de 2015, superando a Japón. De hecho es ya el segundo mayor mercado del globo con más de 1.200 millones de consumidores. Entre las primeras claves de su fortaleza se sitúa su diversificación económica, el ahorro, la deuda externa moderada y las grandes reservas de divisas. Justo lo contrario de lo que nos sucede a nosotros que no salimos de la crisis.

Pero algo mucho más importante es lo que se observa en la guagua. Esa más de la cuarta parte de la población con menos de 25 años: su gran capital humano. Sorprende la gran educación de una juventud preparada que representa a la ya consolidada gran clase media.

Son correctos y mesurados. Silenciosos y trabajadores. Destacan por sus buenos modales y se les ve equilibrados entre lo material y lo espiritual. Anteponen el deber al placer; colaboran primero en la economía familiar y dan prioridad a la obligación y el servicio, antes que al ocio y el beneficio. Qué bien nos vendría tomar ejemplo en Canarias donde hemos perdido los modales.

*Remitido desde India
miguel_g_santos@yahoo.com