X
irene >

Huracán Irene, en el ojo de la polémica

   

Un ciudadano se acerca a un árbol caído en la calle 43 este en Nueva York. | EFE

ELBA NAVARRO | NUEVA YORK

Desde que tocara tierras estadounidenses el pasado Sábado en Carolina del Norte como huracán 1 hasta hoy lunes que abandona el país ya degradado a tormenta tropical, Irene ha sido el nombre más temido en la costa Este de Estados Unidos.

Por primera vez en la historia de la ciudad de Nueva York, su alcalde, Michael Bloomberg, ordenaba la evacuación obligatoria de 370.000 personas ante la inminente llegada, según previsiones meteorológicas, de un huracán con fuerza 4 en la escala de Saffir-Simpson que comprende del 1 al 5. Se hablaba de posibles vientos de entre 210 y 249 Km/h y de fuertes lluvias que podrían haber arrasado la capital del mundo.

El presidente, Barack Obama, interrumpía sus vacaciones para seguir de cerca la evolución del huracán y se dirigía a los neoyorquinos pidiéndoles que hicieran caso a las medidas de seguridad.
La fecha era el sábado, el día llegó pero no lo hizo el huracán, cuando Irene tocó Nueva York, se había degradado en tormenta tropical. A pesar del debilitamiento, los daños han sido cuantiosos. Sin tener aún la cifra oficial las primeras informaciones apuntan que los gastos ascienden a entre 3.000 y 5.000 millones de dólares. Cuatro millones de viviendas y negocios se encuentran sin electricidad y las caídas de árboles e inundaciones dificultan la vuelta a la normalidad de la ciudad.

Hoy Irene nos abandona rumbo a Canadá pero deja muchas preguntas en el aire: ¿Era necesaria una evacuación histórica?, ¿Erró el alcalde de Nueva York al ordenar las evacuaciones?

Para buscar respuesta a estas preguntas quizá nos tendríamos que situar en el año 2005 cuando el huracán Katrina de fuerza 4 devastó Nueva Orleans dejando a su paso a más de mil víctimas mortales.

En aquella ocasión, la opinión pública culpó a el entonces presidente de Estados Unidos, George Bush, por su reacción lenta y precaria. Aun cuando las previsiones meteorológicas aseguraban que Katrina entraría en territorio norteamericano por la costa sur con vientos muy fuertes, Bush, sin interrumpir sus vacaciones, hizo un llamamiento a la población donde les recomendaba huir de las zonas de riesgo y rezar. Las preguntas sin respuesta entonces fueron ¿Por qué una reacción tal lenta y precaria por parte del presidente? ¿Por qué pasaron tantos días antes de tomar las primeras medidas de socorro?

No es de extrañar que ante la posibilidad de enfrentarse a un huracán de categoría 4 en la ciudad de Nueva York, como se preveía en un primer momento, Barack Obama no quisiera repetir los errores de su homónimo en el pasado. Interrumpió sus vacaciones, supervisó la orden de evacuación obligatoria que dictó el alcalde y ha seguido de cerca el huracán.

¿Más vale prevenir que curar? ¿Hay que evitar a toda costa las alarmas sociales innecesarias? Qué fallo es más grave, ¿no dar importancia a una tormenta y que a consecuencia de ello pierdan la vida un millar de personas? u ¿Organizar la mayor evacuación de la historia de Nueva York afectando a 370.000 personas para lo que finalmente ha sido una tormenta tropical?

Sea como fuere, lo que está claro es que ante este tipo de decisiones, nunca llueve a gusto de todos.