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La libertad sobre el vacío

   

La muestra de Pablo Noguera que comparten las salas de Los Lavaderos y del Parque García Sanabria es fruto de su primera visita a la Isla. | DA

SANTIAGO TOSTE | Santa Cruz de Tenerife

Una búsqueda basada en el cromatismo y en la abstracción como un ejercicio de libertad plena. El artista valenciano Pablo Noguera (1974) presenta de esa manera, en una charla con este periódico Desciframentos, la exposición comisariada por Carmensa de la Hoz, compuesta de un centenar de obras, que acaba de recalar en las salas de arte Los Lavaderos y del Parque García Sanabria, y que podrá contemplarse hasta el 3 de septiembre.

“Esta propuesta surge a partir de mi primera visita a Tenerife, hace algunos meses -detalla el pintor-, y del impacto que me causaron su luz y su color”. “Suelo trabajar con el concepto de vacío, aplicado al lino crudo, al acrílico sobre papel o a la acuarela”, apostilla Noguera, quien señala que en este último caso, el de la acuarela, se vale de una serie de máscaras, “para que el blanco del papel “reaparezca bajo la pintura”.

La intelectualidad

Desciframentos, que incluye las series Miradas de Tenerife y Miradas al vacío, quiere ofrecer en los lienzos una analogía con “la historia del proceso por el que el hombre se sumerge en la intelectualidad”. “Partimos del lino en bruto -expone Noguera-, que nos remite a la tierra, y poco a poco la pintura refleja ese proceso de constitución de la persona como tal, desde esa miríada de elementos que conforman la educación, donde me sirvo de cretas y yesos”. “Finalmente -apostilla-, llegamos a la escritura, a la palabra escrita, que simbolizo en la obra con un gesto final, muy relacionado con la escritura automática y con el expresionismo abstracto por el que se mueve mi obra, tanto por afinidad con el movimiento de Jackson Pollock como por la influencia artística de mi propio padre”.

Sin límites

Pero la experiencia estética que formula Pablo Noguera se articula siempre con la voluntad de ser una propuesta de interpretación, nunca como discurso cerrado, unívoco. “Lo que más me interesa como artista -argumenta- es justamente la libertad de interpretación; por eso me decanto por lo abstracto, porque entiendo que la figuración supone limitar la relación entre la obra y quien la contempla: no quiero pintar un cuadro y señalarle de antemano al espectador cuáles son los puntos en los que tiene que fijar su mirada, qué es lo esencial y dónde se encuentra lo accesorio. No, lo que busco es que él mismo cree su propio relato, que casi nunca coincidirá con el mío, pero ahí está lo más interesante. Al fin y al cabo, la abstracción supone un ejercicio de libertad”.
Esa misma libertad que halla Noguera en la creación que culmina con “un gesto rápido”, con una suerte de rúbrica del inconsciente, con la que “cada vez más” disfruta el pintor.