La recomendación de un libro entraña serios riesgos cuando se trata de unas fechas donde las vacaciones han vaciado nuestros bolsillos, hace dos días las previsiones más negras hundían los mercados, la llegada del curso escolar anticipa gastos que no tienen fin y los bancos siguen encerrados contando sus beneficios. En estas fechas lo mejor es recurrir a la biblioteca, ojear con detenimiento y buscar algo de novela negra. ¿Quién no tiene una colección sobre este género literario? Desde tiempo inmemorial las empresas editoras han ido inundando los estancos con multitud de ediciones sobre el mundo del crimen y, antes, libros de tapa dura con filos dorados embellecían las estanterías con los mejores textos del mundo criminal. En todas estas ediciones hay un nombre que nunca falla y es Dashiell Hammett. De este autor (Maryland, 27 de mayo de 1894-Nueva York, 10 de enero de 1961), seguro además que hay alguno de sus títulos como El halcón maltés, El hombre delgado, Cosecha roja o La llave de cristal. En concreto esta última obra aborda las peripecias de Ned Beaumont, guardaespaldas de un matón, que se encuentra el cadáver del hijo de un senador en medio de un ambiente preelectoral corrupto con el trasfondo de la carrera de dos candidatos dispuestos a todo para llegar al poder. La novela, con muchos diálogos, engancha con una trama que va entremezclando las historias de cada uno de los personajes creados por Hammett. Beaumont llega a decir: “Puedes estar seguro de que no me iré de la la lengua, pero voy a darte un consejo. Si esa boda es lo que deseas, exige un compromiso por escrito ante notario y un depósito para respaldarlo; o mejor aún: insiste en celebrarla antes de las elecciones. Así estarás seguro, al menos, de sacar tajada”. En la trama de La llave de cristal todo el mundo parece sospechoso, algo que el escritor tuvo que sufrir en su propia carne. Cuando sus principales obras estaban ya publicadas se vio envuelto por la caza de brujas que se desarrolló en su país y que le costó ingresar en prisión por acogerse a la Quinta Enmienda de la Constitución para no contestar a los interrogatorios a que fue sometido por sus supuestas actividades antiamericanas. La frase de “Rehúso responder a la pregunta porque la respuesta podría incriminarme” fue escuchada multitud de veces en sus interrogatorios que ahora se publican, por primera vez en español, por la editorial Errata Naturae, que siempre será una buena alternativa de lectura para conocer a un hombre, que llegó a ser de los mejor pagados en Hollywood, y que murió completamente arruinado. Hammett, al igual que Beaumont, supo aguantar las palizas y los malos tratos antes que delatar a sus compañeros y seguir defendiendo temas que hoy, 50 años después de su muerte, siguen ahí: derecho universal al voto, lucha contra el fascismo, más libertad para los ciudadanos y poner fin a las miserias del alma humana.