Juan Manuel Pardellas, director de Diario de Avisos, hace 24 horas me envió un mensaje: “Buenas tardes, con la que está cayendo, los lectores de Diario de Avisos agradecerían una voz autorizada ¿Te ves con ganas y fuerzas?”. Obviamente hay ganas y fuerzas, espero que el lector encuentre también algún acierto en estas reflexiones.
Básicamente mi opinión sobre la situación en términos sencillos está expresada en mi libro de Noviembre de 2010 La reforma necesaria: Canarias ante la crisis de nuestras vidas. La evolución de mi percepción sobre la situación, la marcan dos conferencias. La primera, en el Casino de Tenerife, en Junio de 2009. La segunda, en una charla para todos los directivos de la Compañía Cervecera de Canarias en Junio de 2011.
En la primera, argumenté que nos encontrábamos ante una situación tan complicada, que no habíamos vivido otra igual y que era difícil vivirla en la que nos quedaba de vida, al menos, a los de mi generación. Que la crisis era global, que afectaba a casi todos los países y que tenía causas globales (las subprime y sus derivas al sistema financiero); causas propiamente españolas (burbuja inmobiliaria y la consiguiente deuda privada) y causas añadidas de nuestra propia cosecha, como el exceso de normas de burocracia paralizante para los nuevos negocios y desesperante para los emprendedores. También manifesté, que no veía brotes verdes y que la luz al final del túnel, era un trailer en sentido contrario (Sic. Krugman) La cena se le atragantó a más de uno.
En la segunda conferencia, las cosas habían cambiado significativamente. Lo más relevante es que la crisis ya no es global, se circunscribe a pocos países, entre los que desgraciadamente se encuentra el nuestro. Pero, es un hecho que en 2010 y las previsiones de 2011 y 2012 de la mayoría de Organismos Internacionales, Asia, Latinoamérica y Este de Europa, tienen crecimientos robustos (4%); y Norteamérica y los países centrales de Europa, incrementos moderados entre el dos y tres por ciento. La consecuencia de todo ello, era una gran esperanza, pues significaba que haciendo las tareas pendientes, también España y Canarias tenían su oportunidad, para retornar a una senda de creación de empleo y crecimiento económico. Nuestra enfermedad pues, tenía solución, se trataba de tomar medicación y pasar un duro tratamiento, que como todos, desagradable al principio, acaba dando sus frutos. Argumenté que estructurando el sistema financiero, básicamente las Cajas de Ahorros; reformando el mercado laboral para asemejarlo a los países de la eurozona; simplificando la legislación que entorpece las actividades económicas, y ajustando los servicios públicos a las posibilidades financieras; más pronto que tarde, las cosas volverían a su cauce, aunque este no fuera el mismo.
Sin embargo, las turbulencias de las últimas fechas y de los últimos días son tan intensas y hasta cierto punto inesperadas, que también a mí me han hecho dudar de la solidez del crecimiento Mundial ¿Sigue siendo válida mi visión pesimista de la conferencia en el Casino? ¿Las luces que atisbé con claridad este año, son las de unas velas que los nuevos vientos pueden apagar? No tengo respuestas contundentes, pero sí pensamientos que compartir con ustedes.
El primero, es que hay una gran especulación, avivada por algunos poderosos especuladores que apostando a favor o en contra de monedas, acciones y países están ganando más dinero que nunca. Lo mismo que grandes fortunas se han forjado con la sangre y dolor de las guerras, otras se engrandecen en la volatilidad extrema que conduce al sudor y lágrimas de millones de trabajadores y empresarios. Por ejemplo, no entendí porqué en plena crisis del euro, con los rescates de Irlanda, Portugal y Grecia sobre la mesa y los riesgos de contagio a España e incluso Italia, el dólar se depreciaba y el euro se fortalecía. Tampoco entendí, durante la negociación para evitar la teórica suspensión de pagos de Estados Unidos, ¿por qué? (Sic. Mourinho) el dólar se apreciaba frente al euro. Y seguí sin entender muy bien, como era posible que si, según los medios de comunicación, Estados Unidos tenía problemas de tal extrema gravedad que la calidad de su deuda pública podía ser rebajada, sin embargo, los inversores están encantados de comprar los bonos americanos a diez años, aceptando una exigua remuneración del 2,5%.
El segundo pensamiento es que, a nivel individual y de nuestras empresas, no tenemos ninguna capacidad para influir en los procesos globales de tipo especulativo como los que estamos viviendo. Por consiguiente, debemos perder menos tiempo viendo las noticias de la televisión, oyendo la radio cada hora y consultando internet cada cinco minutos, para dedicar todo ese tiempo a hacer nuestro trabajo. En ocasiones es un trabajo de reflexión y en otras, un trabajo de acción. En las empresas sabemos que es tiempo de reducir deuda, aligerar la grasa de gastos superfluos, tener más contacto con clientes, innovar más y trabajar más duro con una recompensa menor. Los responsables públicos deben ser conscientes que no han tomado las medidas necesarias y que el tiempo se acaba. Y la sociedad en su conjunto debe entender que la única manera de preservar nuestro estado del bienestar, es reduciendo sus prestaciones.
José Carlos Francisco Díaz
Presidente
CEOE-Tenerife y Corporación 5