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La tragedia de Boecillo

   

La pequeña población de Boecillo ha resultado conmocionada por el asesinato de los tres pequeños del Hogar Nuevo Amanecer; en la imagen, una concentración de repulsa. | EUROPA PRESS

SERGIO GARCÍA* | SANTA CRUZ DE TENERIFE

Boecillo es un pequeño pueblo que no sobrepasa los 4.000 habitantes y se encuentra a unos 12 kilómetros de Valladolid, un pueblo tranquilo, que la mañana del día 15 de agosto se despertó con la noticia de un lamentable y estremecedor suceso: tres niños habían sido asesinados en el chalé ubicado en la calle Almendro esquina con la calle de Bodegas, en el Hogar Nuevo Amanecer, un lugar para niños con graves discapacidades psicofísicas gestionado por la ONG Mensajeros de la Paz, y tutelado por la Junta de Castilla y León.

En torno a las 9 de la mañana, cuando trabajadoras del centro se disponían a relevar a su compañera que había cubierto el turno de noche, se la encontraron inconsciente en una bañera junto a un cúter con lesiones en las muñecas y el cuello. Alarmadas por la situación llamaron al teléfono de emergencia 1-1-2 dando cuenta de un intento de suicidio, quienes avisaron a la Guardia Civil y enviaron una ambulancia al lugar, pero hasta ese momento no se habían percatado de la verdadera tragedia.

Graciela Lilian Baravrán Hanitzcsh, nació en Montevideo el 22 de noviembre de 1955 y se encargaba del cuidado nocturno de los tres menores que se encontraban en dicho hogar. Posee nacionalidad española y sus servicios para la empresa estaban sellados mediante un contrato indefinido, destinada en el hogar de Boecillo desde la inauguración del mismo, hará cerca de un año, un centro de reciente creación, con una extensión aproximada de 1.200 metros cuadrados, y que se adapta perfectamente a las necesidades: atender hasta un total de seis niños.

La Guardia Civil acordona la zona del triple crimen poco después de conocerse el suceso. | EFE

No recuerda nada, solo quería morirse, ha declarado Graciela, la presunta autora de los asesinatos para la que el juez ha ordenado su ingreso en prisión. Su llegada a España se produjo hace nueve años desde Argentina, país de nacimiento de su marido, quien sufrió un accidente que le causa constantes problemas de salud, teniendo su mujer que ocuparse de él muchas veces. Su vida y trabajo se desarrollaba en Ávila y su traslado a Boecillo no mejoró su situación sino todo lo contrario, aumentó su estrés. Según su marido, ya había protagonizado, dos años atrás, un intento de suicidio. A consecuencia del cual, se encontraba en tratamiento psiquiátrico, según declaraciones de una de sus amigas, que la define como una persona cariñosa, abierta, muy luchadora, pero que su enfermedad no mejoraba, y añade que cree que el mismo centro o la Junta sabían de su estado.

El origen pudo ser un brote psicótico y, tras recuperar la lucidez, vino el intento de suicidio

Todo apunta a que los menores fallecieron por asfixia, los tres fueron encontrados en sus camas con la cabeza envueltas en film, papel del utilizado en las cocinas, aunque al mayor de ellos también se le encontró la cabeza envuelta en una bolsa de basura, un método adicional que aplicó ya que opuso resistencia.

La atención de niños discapacitados requiere de los mayores niveles de corrección y cuidado, Graciela se encargaba ella sola de tres niños que tenían discapacidades graves, y que precisarían el cuidado mínimo de dos personas. A la falta del personal se le une el que los servicios en los que se presta un horario nocturno siempre deben ser cubiertos por un mínimo de dos personas.

Las noches son muy largas, la soledad a veces se nos hace demasiado dura y nuestras mentes tienen muchas horas para perderse entre nubes de confusión. Esto para alguien que sufre una enfermedad como la depresión, que produce pensamientos tan negativos, puede ser un grave peligro. La trabajadora estuvo destinada con anterioridad en Ávila, donde desarrollaba una actividad menos estresante, pues se ocupaba de niños que no tenían ese grado de discapacidad. Toda esta problemática pudo ser el desencadenante de una situación que podría catalogarse dentro del síndrome del quemado. Desde un principio se ha denominado al suceso como un crimen compasivo, en el que el autor trata de evitar el sufrimiento de la persona, acabando con su vida, pero la situación no indica que se trate del caso.

La forma en que se produjeron los crímenes nos deja entrever que lo que quería el asesino es callar a los niños, que no le molestaran más. Graciela llevaba una vida bastante ajetreada, vivía en Ávila y realizaba más de 100 kilómetros para acudir a su trabajo nocturno, en el que después tenía que estar de guardia toda la noche sola. A esta situación se le sumaba la enfermedad que padecía según sus conocidos, el accidente de su marido y el cuidado que tenía que dispensarle y los problemas económicos. Todo ello pudo ser el desencadenante de un brote psicótico tras el cual, una vez recuperada la lucidez, tomó conciencia de la gravedad de sus actos autocastigándose con el intento de suicidio, usando, probablemente, el mismo cúter que utilizó para cortar el film.

Los cuidadores deprimidos no son solo menos capaces de cuidar al paciente y su propia salud, sino que además tienen más riesgo de agredirlos o agredirse a sí mismo. El desgaste del cuidador, con el paso del tiempo, causa una significativa tensión y depresión en el agresor de un homicidio-suicidio dependiente-protector. El personal que se encarga de realizar estas funciones y los familiares, así como las personas en contacto con ellos, deberían estar informados acerca de los signos de alarma y entrenados para distinguirlos y solicitar la ayuda más adecuada.

*Experto en seguridad ciudadana y bienestar social. Profesor de seguridad y protección