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Las ‘mulas’ copan la Audiencia

Imagen de archivo de estupefacientes intervenidos a una ‘mula’. | DA

TINERFE FUMERO | Santa Cruz de Tenerife

Son una pieza clave en las redes de narcotraficante de tamaño medio, aunque las grandes organizaciones delictivas no desdeñan su uso ni, claro está, también se da el caso de pequeños emprendedores. Lo cierto es que las llamadas mulas, cargados generalmente con entre medio kilo y un kilo y poco de cocaína ocultos de mil formas, siguen llegando a puertos y aeropuertos de Tenerife.

Dado que un número apreciable de estos correos son interceptados por las fuerzas de seguridad del Estado, los juicios contra ellos -con gran porcentaje de sentencias condenatorias, dado que son sorprendidos in fraganti- estos casos implican la ocupación de grandes recursos por parte de la Administración de Justicia.

Sirva como prueba de lo afirmado una muestra de sentencias dictadas por la Sección Quinta de la Audiencia provincial de Santa Cruz de Tenerife que se hicieron públicas en días pasados.

Ochenta cápsulas

Una tras otra fueron evacuadas hasta ochenta cápsulas por Wilson en el Hospital Universitario Nuestra Señora de La Candelaria tras serle detectadas en el Centro de El Mojón.

Allí llegó cuando fue interceptado por efectivos del Cuerpo Nacional de Policía cuando llegaba a la Isla por el Aeropuerto Tenerife Sur -Reina Sofía- minutos después de la medianoche del 7 de agosto de 2010 procedente de Madrid-Barajas.

En total, las ochenta cápsulas que ocultaba en el interior de su organismo guardaban hasta 779,18 gramos de cocaína, que le fueron intervenidos junto a los 32 euros que portaba.

Ingresado en prisión desde entonces, Wilson dio su conformidad a la solicitud de condena realizada por el Ministerio Fiscal en su escrito de conclusiones provisional y la Sala le impuso una pena de tres años y seis meses de prisión, así como a una multa de 50.000 euros.

El sujetador rojo

Los especialistas en la lucha contra el narcotráfico constataron hace ya tiempo que las fechas festivas son propicias para este tipo de aventuras delictivas. No es de extrañar pues que el siguiente caso de los ahora juzgados en la Audiencia provincial halle su origen en el verano de 2010, tal y como ocurrió con Wilson.

En esta ocasión fue Augusta la que llegó al Reina Sofía, igualmente procedente de Madrid-Barajas aunque ella lo hizo pasadas las dos de la tarde.

Una vez más, los efectivos del Cuerpo Nacional de Policía acertaron al señalarla como posible sospechosa y bastó un cacheo superficial para detectar lo que resultaron ser dos objetos esféricos envueltos en papel celofán que ocultaba en su sujetador rojo, tal y como describe el documento judicial.

En total, Augusta portaba 600,4 gramos de cocaína y, como en el caso de Wilson, se mostró de acuerdo con la pena solicitada por el Fiscal, que finalmente consistió en tres años y un día de prisión y multa de 15.000 euros. A pesar de la semejanza con el caso anterior, la pena de Augusta es inferior dado que se apreció la atenuante de colaboración.

Un cilindro y cuatro bolas

La tercera de las sentencias hechas públicas ahora tiene como imputada a Yaenudis, que también eligió fechas festivas (20 de diciembre de 2010) para llegar a Tenerife cargada de estupefacientes.

El avión procedente de Madrid-Barajas que trajo a Yaenudis tomó tierra en el Tenerife Norte -Los Rodeos- poco después de las 11.30 horas de aquella jornada, y fueron guardias civiles los que la interceptaron con buen tino: la mujer ocultaba 257 gramos de cocaína en un cilindro y cinco bolas que se había introducido en su recto y en su vagina.
Una vez más, la acusada se mostró conforme con la Fiscalía y se le condenó a tres meses y un día de prisión y a una multa de 16.000 euros. La pena es similar a la de Augusta aunque por distintos motivos: si aquella la vio rebajada por la atenuante, a ésta lo fue por la cantidad.

‘Dingo 06/82’

Por último, fue el 26 de enero de 2011 cuando Pedro llegó al Tenerife Sur procedente de Bruselas. Su nerviosismo provocó que la Guardia Civil paseara a su can antidroga por su equipaje. Dingo 06/82 lo tuvo claro y marcó la maleta en la que Pedro traía 485,7 gramos de cocaína. Una vez más, se mostró conforme con una pena de tres años y un día de prisión, apreciándose la atenuante de drogadicción.