La mañana del martes era un lamento en los parqués españoles y en los de toda Europa y, de pronto, en el avisador de los móviles de los periodistas suena una alarma: que el presidente Zapatero retrasaba su salida hacia Doñana para “seguir más de cerca la evolución de los indicadores económicos”. A esa hora, la prima de riesgo, que es la pesadilla de todos los gobernantes de la UE, bordeaba en España los cuatrocientos puntos -casi el lÃmite para la intervención del séptimo de caballerÃa europeo–, el Ibex caÃa, las angustias se disparaban en la Oficina de Planificación Económica de La Moncloa… Y, a todo esto, Zapatero, que sigue, le guste o no, a los mandos de la nave, nos anunciaba el aplazamiento de sus vacaciones. Un anuncio que, claro está, inmediatamente copó los titulares de los periódicos digitales y de los boletines de radio. SÃ, la situación era seria, y me parece que el mensaje ya ha calado en la ciudadanÃa: las soluciones en Washington y en Bruselas son provisionales, y solamente un cambio radical en las bases sobre las que se asentó Bretón Woods contribuirÃa a vencer el pánico de esos etéreos mercados que son vÃctimas y verdugos. Pero, claro, ni el G-20, ni la Reserva Federal, ni el Banco Central Europeo están ahora en condiciones ni tienen capacidad para afrontar unas reformas de fondo que son polÃticas, y ya hemos visto la fragilidad sobre la que se asientan los sillones de los principales lÃderes mundiales, comenzando por Obama. El 2 de agosto fue, asÃ, una jornada de suma intranquilidad en toda Europa y, desde luego, en esta España donde Zapatero ha tenido que recortar su estancia en Doñana. Lo que no sé muy bien es si la portavocÃa de La Moncloa hizo o no bien anunciando a bombo y platillo que el presidente no se marchaba al paraÃso gaditano como estaba previsto: quizá se trataba de una operación de imagen a favor del presidente. Pero, a la postre, el anuncio, no acompañado de las debidas explicaciones oficiales –esto ya no hay quien lo entienda– acerca de por qué estaba ocurriendo el maremoto macroeconómico, yo creo que ha servido para ponernos a todos un poco más de los nervios. Si ello fuera posible, claro.