Han pasado unas fechas del fallecimiento de Marino Vega Luque. Mucho se ha escrito de su persona, y bien. Se lo merece por haber sido un gran erudito, poeta, autor teatral, narrador, con esa voz extraordinaria, que dio lugar a que se le llamara del Atlántico, voz que sin dudarlo seguiremos oyendo en entrevistas, cortos de cine y narraciones.
Periodista tranquilo lo llamó DIARIO DE AVISOS en una crónica de su fallecimiento, y lo era en verdad, por su forma de ser y de hablar, donde demostraba tranquilidad, educación, parsimonia. Tuve ocasión de tratarlo, sobre todo en una época, muy influenciado por las culturas orientales a las que estuvo unido y desarrolló toda su vida. Recuerdo las reuniones que durante una temporada teníamos en la calle Porlier, en la tienda de un herbolario. Nos hablaba de la filosofía de los pueblos asiáticos, siempre con música muy atenuada y relajante. Momentos de evasión y sinceridad en las palabras en voz baja de Mariano.ç
Mariano Vega Luque (1941-2011), setenta años de luchador por la cultura. Su andadura comienza como redactor y presentador en Radio Nacional de España y en televisión. Con esa voz inconfundible actuó en teatro bajo la dirección de cuatro de los grandes, Diego Samblás, Domingo Pérez-Minik, Francis del Rosario y Fernando H. Guzmán. Publicó diversos poemarios, como Proverbios; Oquedal en verano, libro que tuve el honor de que me lo dedicara, cuyos pensamientos revelan la filosofía de su autor; Añil; Lo eterno no es siempre. Su texto teatral Apaga la luz y enciende los sueños se estrenó en la reapertura del Teatro Leal. Su otro título, Un ataúd en la azotea. Hemos visto últimamente una entrevista a Mariano de Juan Cruz, donde estaba excelente, con fluidez de ideas en los diálogos, extensa cultura en el mundo imaginativo del verso, en las veraces contestaciones en cuanto a la narrativa o el ensayo al periodista canario. Nos parece mentira que hayamos perdido su presencia.
Se cuidaba mucho su garganta, siempre con su bufanda, calle de La Marina hacia Radio Nacional. La cercanía de nuestros trabajos hacía que nos saludáramos cada mañana, y siempre con su sonrisa de amigo. Nos quedan sus poemarios y antologías de poesías. Realizó una gran labor como presidente del Ateneo de La Laguna. En su haber, el quinto Premio Canarias de Edición (1992). Una vida forjada en lo que él quiso hacer, y que le llevó a estar entre los grandes de nuestra cultura canaria.
Amigo Mariano, no te olvidaremos, pues tu nombre quedará grabado para siempre en el ámbito cultural de nuestra Isla. Las voces como la tuya se oirán eternamente.