CARMELO RIVERO | Ica (Perú)
El seÃsmo registrado este miércoles en la selva norte de Perú (se discutÃa si de 6.9 o 7 grados en la escala de Richter), con epicentro cerca de la ciudad de Pucalpa, a más de 500 kilómetros de Lima, y sin vÃctimas ni daños materiales en principio, se sintió en casi todo el paÃs, asà como en Brasil y Ecuador. La profundidad del epicentro (146 kilómetros) es la causa de que el radio de acción de la sacudida tuviera tal amplitud. Pese a las noticias tranquilizadoras de la policÃa de Contamama, cuya comisarÃa está cerca de donde se desató el evento, no cabe descartar posibles daños en un área de difÃcil acceso.
Este terremoto (al que siguió una réplica de 5.2 grados), ocasionado por un desplazamiento de la placa de Nazca, coincide con el cuarto aniversario del que sufriera el departamento de Ica (el segundo en importancia del paÃs), que alcanzó una magnitud de 7.9 grados y costó la vida a 519 personas.
En esta ocasión, en que el epicentro se localizó en una zona poco poblada y con escasas construcciones, en una orografÃa accidentada, hubo igualmente una reacción de pánico de los vecinos, que se echaron a la calle y quedaron incomunicados telefónicamente. Pero, de inmediato, se observó que el susto no era comparable al de hace cuatro años. La falta de noticias fue la noticia. Lo que se propagó al instante fue un silencio informativo desesperante, dada la lejanÃa y el colapso telefónico.
La ventaja de este temblor, respecto al del 15 de agosto de 2007, es que se vivió con Perú de dÃa, a las 12:46, lo que restó dramatismo al ‘remezón’, por otra parte frecuente en este paÃs y cuantos atraviesan el cinturón de fuego del PacÃfico. El terremoto se sintió en la capital, Lima, donde oscilaron levemente algunos edificios y afectó también a las comunicaciones telefónicas, asà como en la citada Ica (aún sensible a cualquier movimiento telúrico por el trágico recuerdo a flor de piel de los terribles sucesos de Pisco hace cuatro años) y, de modo desigual, en buena parte de la geografÃa de este extenso paÃs andino. A su vez, tuvo resonancia en los paÃses fronterizos, como Brasil (el epicentro casi invadió su territorio) y Ecuador.
Desde que se supo que Estados Unidos, en la vÃspera, habÃa sido pasto de un seÃsmo de 5.8 grados en la escala de Richter, Perú y toda la costa del PacÃfico pusieron las barbas a remojar.
Pucalpa, al noreste de Lima, capital del departamento de Ucayali, en el llano amazónico, vive del comercio, la industria maderera y el turismo ecológico. Está poblada por unas 700 personas.
Ha sido revelador descubrir que este paÃs tiene una escala propia de preferencias informativas. La prioridad corresponde por entero a cuando sucede en la costa, toda la vertiente oeste del extenso paÃs. Era evidente, pese a la dimensión del caso, la inhibición de las emisoras de radio, que apenas se tomaban la molestia de informar al respecto. En particular, la RPP, emisora referente durante el grave terremoto de 2007, le dio de lado a la noticia durante las primeras horas.
El hecho de que el corazón del seÃsmo esta vez no radicara en las grandes urbes que dan al mar, sino en la intrincada selva nororiental, explica ese desinterés. El mismo que percibo entre el Perú desarrollado, que muestra un Ãndice estratosférico de crecimiento (por encima del 9%) y el Perú profundo que languidece en medio de la pobreza en la sierra y la selva, donde ahora le ha tocado en desgracia este terremoto en la ruleta sÃsmica de un subcontinente habituado a rehacerse tras cada nuevo episodio de costumbre a cargo de la naturaleza.