Si queremos colocar al Puerto en su sitio habrá que rehabilitarlo, pero se tendrá que partir de un modelo. Ya lo han venido preguntando algunos expertos en la materia y, por ello, considero que es necesario conocer primero las interioridades de este modelo antes de llevar acabo el plan de rehabilitación.
Pero, como “doctores tiene la iglesia”, y con perdón a las personas autorizadas que se han elegido para este fin, me atreveré desde mis modestas valoraciones a reflexionar en alta voz en aras de contribuir a aclarar algunas dudas, para ayudar a la planificación de las acciones de futuro.
Está claro que el modelo no es de sol y playa, por lo que debemos insistir en los temas culturales, con gastronomía incluida, en los deportivos y en los medioambientales. Basta revisar los colectivos sociales y deportivos que, a pesar de la crisis, se mantienen en el candelero.
No menos importante es una tercera cuestión: el planeamiento del territorio, tanto del municipio, si hiciera falta su revisión, como del casco mediante un plan especial, que al parecer está llamado a redactarse en aras de abrir la ciudad al mar. Y es en este apartado donde debe comenzar el plan de rehabilitación: en materias tan complementarias como urbanismo, arquitectura e ingeniería.
Pondremos sobre la mesa del debate nuestras dudas, ya que es de suponer que habrá rehabilitación en las siguientes cuestiones: viviendas y barrios; centro histórico (casco); carreteras; urbanizaciones; hoteles y apartamentos, e instalaciones deportivas: campo de fútbol de El Peñón, piscina municipal, polideportivos; viales, mobiliario urbano, plazas, jardines; comercio y ocio; infraestructura, muelle, puerto deportivo y parque marítimo, Casa Amarilla y Casa Iriarte; hotel Monopol y hotel Marquesa; espacios culturales, IEHC, cines, museos, Jardín de Sitio Litre; Parque San Francisco, Castillo de San Felipe, Convento Santo Domingo y el Taoro.
Sin embargo, para ejecutar y cumplir los proyectos a planificar harán falta dos elementos clave: dinero y competencias. Ambos asuntos están en manos de otras administraciones públicas, mayoritariamente, y en este sentido hay que recordar que el modelo de distribución competencial se sintetiza en función de las siguientes instituciones:
Del Estado: con la Dirección General de Costas, que incluye las competencias para todas las obras del litoral, desde Martiánez a Punta Brava. De la Comunidad Autónoma de Canarias: para acabar la ampliación del Jardín Botánico y la actualización de la EDAR. Del Cabildo: para solucionar el futuro del Taoro y los viales insulares de acceso al municipio.
De la Universidad de La Laguna, a la hora de resaltar las figuras de personajes sobresalientes ligados al municipio como Luis de la Cruz, Agustín de Betancourt, Alejandro de Humboldt, Francisco de Miranda, Wolfgang Kholer, Aghata Christie, Dulce María Loynaz y Telesforo Bravo.
Asimismo, es necesario potenciar, en el marco de estos proyectos, las relaciones con la Escuela de Turismo Tomás de Iriarte, el Loro Parque -en materia de turismo científico y el mar- y el Instituto de Estudios Hispánicos. En este análisis no debemos olvidar el papel a desempeñar por Ashotel y el CIT.
Si para el año 2011 sabemos el dinero con el que se cuenta, la pregunta es: en qué acciones se va a utilizar con carácter prioritario. La gravedad de la situación lo exige, y si en una cosa todos estamos de acuerdo, como bien señaló en la prensa el exalcalde portuense, Salvador García, la puesta en marcha del Consorcio deberá ser urgente.
Así las cosas, cuál no sería mi sorpresa cuando Marcos Brito, alcalde portuense, me remitió personalmente, hace apenas unos días, el convenio de colaboración aprobado por el pleno de la Corporación municipal entre el Ayuntamiento del Puerto de la Cruz y el Consorcio Urbanístico para iniciar ya la rehabilitación con el fin de desarrollar determinadas actuaciones: redacción de proyectos y estudios; concursos públicos para realización de proyectos; ejecución de obras y explotación por concesión; ejecución de obras y otras actuaciones, con la Casa Amarilla como protagonista urbanístico.
De cualquier forma, para conseguirlo se necesita el concurso de todos. Tal y como manifestó recientemente José Carlos Francisco, actual presidente de la CEOE-Tenerife, con ocasión de la reforma necesaria sobre la situación de Canarias ante la crisis económica actual, “en lugar de estar oyendo la radio, viendo la televisión o leyendo los periódicos, incluso inmersos en los laberintos de internet, debemos dedicarnos a hacer nuestro trabajo. En ocasiones reflexionando y en otras actuando”.
No parece casual que los bandazos y las improvisaciones en una cuestión tan estratégica como es la rehabilitación del Puerto de la Cruz siempre han sido especialmente graves. Por ello, insisto, en lugar de criticar apostemos de una vez por todas a que el municipio, otrora lugar de interés turístico nacional, vuelva a recuperar su antiguo estado y sea orgullo del Norte, de Tenerife y de Canarias entera. Para ello sugiero reflexión, diálogo, diagnóstico y tratamiento.
Es una responsabilidad social de todos. Como bien dicen los amigos de Pinolere: “Mimbres para nuevos tiempos”. La madurez del Puerto de la Cruz como destino turístico y los cambios acelerados, tanto económicos como sociales, que se están produciendo en el mundo motivan que todos juntos debamos hacer una profunda reflexión para que, desde la innovación y la mejora continua, sepamos dar respuesta a estos retos y que la industria del turismo siga siendo en el futuro esa gran contribución al bienestar colectivo que hoy representa el Puerto de la Cruz para el mismo municipio, el Valle de La Orotava y el Norte de la isla de Tenerife, fundamentalmente.
En este sentido, coincido plenamente con la idea manifestada por el responsable turístico del Cabildo insular, Carlos Alonso, al señalar que el relanzamiento del Puerto de la Cruz pasa por vincular la ciudad a la redefinición de la estrategia de toda la Isla.
Isidoro Sánchez es Ingeniero de Montes