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ESCAÑO CERO > POR JULIA NAVARRO

Ricos, ricos de verdad

   

Cuentan en filas socialistas que después del acuerdo de Zapatero con Rajoy para reformar la Constitución poniendo un límite al déficit, su candidato Alfredo Pérez Rubalcaba necesita más que nunca mandar un mensaje a la izquierda de que él está en otra historia, y que la suya es acogotar a quienes más tienen. De ahí su empeño en que vuelva a entrar en vigor el Impuesto sobre el Patrimonio como un guiño a quienes en este momento están pagando y sufriendo el coste de la crisis, una crisis financiera que desde luego no hemos provocado la gente común ni los trabajadores, ni los pequeños empresarios, ni los profesionales liberales. Pero lo cierto es que en este asunto del Impuesto sobre el Patrimonio se está haciendo mucha demagogia y desde el PSOE se quiere hacer creer que es un impuesto para los ricos, cuando en realidad es un impuesto que vamos a pagar las clases medias.

El otro día leí un artículo estupendo, de Ignacio Camacho, tan estupendo como todos los suyos, en el que afirmaba que en España no hay ricos y, al no haberlos, no hay quien siga el ejemplo de los ricos franceses o norteamericanos, que quieren pagar más impuestos para arrimar el hombro en estos tiempos de crisis. Y como bien argumentaba Ignacio Camacho, en España no hay ricos porque los que de verdad lo son tienen su dinero en un entramado de sociedades a través de las cuales pueden escapar del control de Hacienda, y además disponen de abogados de primera capaces de hacer aún más imposible cualquier intento del fisco para echar un vistazo a los dineros de sus clientes. De manera que en España Hacienda no somos todos, y menos que nadie lo son los ricos. En realidad a la Hacienda pública solo tributan quienes tienen una nómina o son profesionales liberales, y son a éstos, o sea al común de los mortales, a quienes Hacienda puede cercar porque a los ricos ya sabemos que, como en España no los hay oficialmente, pues no pueden meterles mano. El caso es que el Gobierno socialista está adoptando un sinfín de decisiones a cual más controvertida en vísperas de unas elecciones, que, al decir de todas las encuestas, puede perder, y por tanto quien lo sustituya puede dar marcha atrás a muchas de esas decisiones. Pero sobre todo es un juego de ilusionismo intentar vender a los sufridos ciudadanos que el Impuesto de Patrimonio es un impuesto para ricos. El Impuesto de Patrimonio lo pagarán todos aquellos que tengan unos ahorros o un piso en la playa, pero los ricos, riquísimos, esos que tienen grandes fortunas, continuarán como hasta ahora.