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...Y NO ES BROMA > POR CONRADO FLORES

Tattoos

   

Hace décadas, el tatuaje en este país era propio de marineros, presidiarios, legionarios y de gente que se había dado un paseo por el wild side, que diría Lou Reed. Se trataba de gente ruda, hombres principalmente, cuyos tatuajes reflejaban su carácter libre e indomable y les daba un aire temerario a ojos de los demás. En aquel entonces no hacía falta tatuarse un dragón en llamas ni una calavera para que surtiera efecto. ¡Ni siquiera que estuviera bien hecho! Recuerdo que mi vecino tenía en el antebrazo el tatuaje de una sirena y para mí, de pequeño, pasar a su lado era lo más cerca de estar junto al capitán Nemo. Estaba seguro de que nadie podría ganar a mi vecino en una pelea a muerte excepto el padre de mi amigo Carlitos, que llevaba tatuado a Spiderman en el hombro derecho. Yo mismo comencé a usar las calcomanías que venían en los paquetes de papas fritas pero tras unas cuantas duchas sólo te quedaban cuatro pegotes que se parecían más a una enfermedad infecciosa.
En cambio, hoy en día tatuarse se ha democratizado. Me han dicho que el grupo más en alza en cuanto a tatuajes y piercings es el formado por mujeres de 16 a 25 años. Está de moda. Yo mismo estoy por ponerme uno con la cara de Jesucristo que me vino dentro de una caja de calzoncillos pero no sé exactamente en dónde. Enredaderas, el nombre de tu hijo, la cara de tu pitbull, mariposas, hadas, estrellas o un delfín son ya standars de la piel canaria.
También se llevan mucho las frases en lenguas muertas y exóticas, pero yo aconsejaría que se consultara antes a un traductor, ya que es posible que quieras tatuarte “misteriosa” en chino y en cambio te escriban “rara”, como le pasó a la cantante Britney Spears. Y es que el chino es lo que tiene: muchos palitos. ¡Si hasta comen con ellos!