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EL MEGÁFONO > LA RAMBLA (III)

Teatro sin nombre, pero con humor

   

Fotomontaje que sirve de portada al vídeo editado del grupo de teatro Los sin Nombre, de La Rambla. | DA

CRISTINA DELGADO | San Juan de la Rambla

“Me fui a San Juan de la Rambla
para hacerme a la medida
unos zapatos a prueba
de malpaíses y ortigas.
No unas botas de cien leguas
para saltar de isla en isla,
que para andar por la mar
no hay calzado todavía.
Sí unas botas saltamontes,
sin frenos ni cortapisas,
trabajadas en el molde
de un vuelo de golondrina…”

Con este fragmento del poemario Vuelta a la Isla, de Pedro García Cabrera, comenzó la andadura del grupo de teatro Los Sin Nombre, del barrio de La Rambla. La profesora de literatura Marina González de Chávez le propuso a su cuñada ramblera, Herminia Abreu, más conocida como Mini, que adaptasen el poema que el artista gomero había dedicado al muncipio de San Juan de la Rambla, para conmemorar el centenario del nacimiento del autor. Se convirtió así en una obra de teatro que sirvió para que un grupo de vecinos de La Rambla amenizara las fiestas patronales de octubre, y también las del barrio cercano de Santa Catalina.

Fue corta, pero tan intensa y divertida que “nos quedó el gusanillo de hacer otra”, comenta Mini. Y desde el año 2005 han realizado tres obras, que serán cuatro con la que están ensayando, para estas próximas fiestas, en la sede del mítico teleclub. “Yo pongo la idea”, asegura Mini, y “cada actor le va añadiendo a su personaje una determinada forma”.

La primera obra escrita por el grupo fue Ardine y Motosol, y mientras la preparaban “empezaron a encontrar parecido a los personajes de la obra con personas reales del municipio” comenta Mini, algo que no estaba ideado en un principio. De cualquier forma, el resultado “fue un éxito, una obra muy
graciosa”.

Lo fue más aún para los propios actores y actrices. Ana, miembro del grupo teatral, declara que hacen “las obras como si de un taller de risoterapia se tratase”. Y cuando están encima del escenario, frente al resto del barrio, tienen que “parar en momentos claves porque el público no para de reirse”.

Los puntos de humor se hacen con las cosas del día a día, con las anécdotas del barrio que se mezclan con las peculiaridades de un acento: el ramblero. “Dicen que gritamos, pero es por el sonido del mar”. Incluso, “cuando estamos fuera lo echamos de menos y nos cuesta dormir sin ese sonido”, apunta Ana.

Vendo vino de mi cosecha fue la última obra que han representado, en el año 2008, pero este año regresan con otra para la que, por el momento, no han encontrado título. “En Vendo vino de mi cosecha había mucho más diálogo; estaba más trabajada. Hasta cantaron una polca al final de la obra”, recuerda Mini.

Lo que sí tienen en común las obras que han preparado es que la trama de todas ellas transcurre en el mismo barrio, pero en la del próximo octubre, aparecen, por primera vez, el mar y las rocas de los charcos. Otro añadido es que surgen personajes de Venezuela y Cuba. “No tiene nada que ver con las anteriores, pero promete”, asegura Mini.

Escena de la obra Vendo vino de mi cosecha, en 2008. | DA

Los Sin Nombre es un grupo de rambleros y rambleras que se reune cuando se acercan las fiestas, simplemente por diversión, para sacar adelante una pieza cultural hecha por ellos mismos.
Mini organiza el grupo, pero junto a ella están, en esta ocasión, Jonay, Ana, Goyo, Carolina, Raquel, Paula, Eusebio, Marta, Alberto, Javier, Juan Miguel, Dulce María y Samuel.

Se trata de lo que muchos califican como “lo mejor de la fiesta”.

El lunes día 10 del próximo mes de octubre, por la noche, la cita es una obra teatral en la plaza de El Rosario de un barrio muy especial: La Rambla.