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OPINIÓN > POR JOSÉ SEGURA CLAVELL

Territorio y sostenibilidad

   

Avanza el verano y siempre he creído que es posible compatibilizar el merecido descanso vacacional con alguna que otra actividad. Por ello me he decidido a hacer llegar a este medio de comunicación algunas consideraciones que espaciaré a lo largo de los próximos días. La constitución del nuevo gobierno de nuestra Comunidad me incita a tratar sobre algo tan complejo y esencial como es pensar en algo tan etéreo como el futuro, que obviamente se vincula a muchos y variados parámetros.

Para acercarnos al futuro, permítanme una alusión en la que me apoyo al pensar en el mañana (me sirve y espero que a ustedes también) para razonar sobre esta legislatura que comienza. Se trata de una reflexión del conocido economista Keynes, que decía: “El futuro no se prevé, se inventa”, y al respecto me permitiría añadir que se innova. Con toda seguridad, esto va a ser lo que tengamos que hacer entre todos: inventar el futuro.

El archipiélago canario, nuestras islas, nuestro mar, nuestras ciudades, nuestros pueblos, nuestro territorio, no puede mejorar si nos basamos en la simple extrapolación de las tendencias tradicionales, sino que tiene que ser el resultado de una conjunción: la de nuestra experiencia colectiva -la buena y la no tan buena- con nuestra capacidad creativa, y me atrevo a decir interpretativa, desde la innovación. Si somos capaces de interiorizar esta primera reflexión, si somos capaces de comprender la importancia estratégica que tiene nuestro territorio y sus posibilidades, sentaremos las bases de una planificación sostenible y duradera.

Nuestro archipiélago es un mundo diverso, disperso, inexplicable, complejo, a la vez que simple y del que tanto se ha dicho y legislado. Para analizar nuestra realidad actual contamos con las personas, las instituciones y el bagaje necesario. Una síntesis de la metodología que debería aplicarse en Canarias debe ser la de: primero mirar, imaginar, pensar, y luego, trabajar, acordar, pactar, para finalmente desarrollar y construir. Quizás, si desde las instituciones se hubiese seguido esta metodología, se habría evitado muchos de los errores cometidos. No cabe improvisar. Hemos construido nuestros territorios insulares desde posiciones en las que imperaba y seducía un liberalismo irracional.

El territorio canario tiene un valor incuestionable, intangible. Junto a nuestro clima y a nuestra posición geoestratégica, forma la base de nuestra existencia. Un caudal que -a pesar de no haberlo destrozado- no lo hemos entendido, pienso que no por mala fe, cada cual sabrá. En cualquier caso, Canarias está a tiempo.

Tenemos legislación urbanística, algunos dicen que en exceso. Debería compilarse, cribarse y adaptarse para hacerla eficaz. No nos falta de nada; somos una gran orquesta, la necesaria para hacer sonar una nueva sinfonía. De ahí, la necesidad de buscar algo de orden ante el desconcierto que parece envolvernos, y aprender de esos ordenados, sencillos y limpios lugares de los que debemos tomar buena nota.

Nos proponemos hacer que nuestras islas suenen. Hacerlas sonar, ordenar y reconsiderar la importancia que tiene para nuestro pueblo su territorio. Todo ello depende de la colectividad canaria, de sus instituciones y de las capacidades para dirigir y coordinar con eficacia este importante reto. Los fines están claros, las personas con responsabilidades institucionales han de crear y tener clara la estrategia, claro al director, claro el papel de cada músico, clara la partitura. Nos hemos amnistiado y disculpado en demasiadas ocasiones, hemos parcheado sin dirección, pero se ha actuado como cuando en el patio de un colegio se le da una patada al balón y todos a correr sin ton ni son en su captura. Con lo que esto supone de desgaste y freno para un desarrollo social y sostenible y para nuestra economía. Me parece, aunque duela, una consideración irrefutable.

Me viene a la memoria un proyecto de pacto que se gestó e impulsó en un ya lejano periodo de tiempo, cuando gobernaba en Canarias el Pacto de Progreso, que lideró Jerónimo Saavedra. Hoy en día es preciso un acuerdo al que se ha de llegar, equivalente o similar a aquel viejo y extinto -non nato- Pacto del Territorio de Canarias. Por aquel entonces se trabajó sin descanso para rescatar legislando nuestros espacios naturales. En Canarias fuimos capaces de hacerlo desde la necesidad, la de salvar nuestros diferenciales, nuestro paisaje y nuestra singular naturaleza. Pienso en ello y en qué fue lo que pasó para que de aquel embrión surgiera el Libro Blanco del Territorio Canario, y llego a la convicción de la necesidad de superar esta asignatura pendiente. Libro que existe en lugares de los que podríamos aprender. Por ejemplo, el White Paper del Gobierno británico de 1994. En él se dice “que para integrar las balanzas económica y medioambiental en las cuentas del Estado y que el desarrollo sea sostenible, se han de considerar las consideraciones medioambientales como cruciales en las decisiones que asumen los gobiernos y las industrias”. Y enfatiza que “para conseguirlo se necesita mejor información sobre cómo el desarrollo económico afecta al entorno y al medio”. Una evidencia que nos cuesta entender.

José Segura Clavell es Diputado del PSOE por Santa Cruz de Tenerife