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AGUSTÍN DE BETANCOUR > UN ADELANTADO A SU TIEMPO

Tras las huellas del ilustre ingeniero

   

San Isaac, con sus pesadas columnas que los innovadores ingenios de Betancourt pusieron en pie. | FUNDORO

FRAN DOMÍNGUEZ | Santa Cruz de Tenerife

Uno de los más ilustres ingenieros e inventores españoles de todos los tiempos, el tinerfeño Agustín de Betancourt (Puerto de la Cruz, 1758-San Petersburgo, 1824) dejó su impronta en la Rusia zarista en forma de notables infraestructuras. La Fundación Canaria Orotava de Historia de la Ciencia (Fundoro), una de los garantes de la difusión y conocimiento de la herencia científica del célebre ilustrado, trabaja ya en la elaboración de una guía betancuriana de Rusia, mediante la cual personas interesadas en esta figura o en la historia de la ciencia que visiten el país eslavo puedan llevar a cabo un recorrido temático.

La futura publicación, que previsiblemente verá la luz a principios del próximo año, incluirá los lugares más emblemáticos que se hallan vinculados a Agustín de Betancourt, tanto en Moscú como en San Petersburgo (la catedral de San Isaac, los baños de Tsárskoye Seló, el Picadero, la casa en que falleció, el cementerio de Tíjvinskoye -donde reposan sus restos mortales, y en el que se hallan enterrado muchos personajes históricos como Tchaikovski y Dostoyevski-).

Tumba de Agustín de Betancourt en el cementerio Tíjvinskoye. | FUNDORO

Los investigadores Michael Breen y David Estévez Durey, quienes han estado en Rusia comisionados por la Fundación Canaria Orotava de Historia de la Ciencia, dentro del programa Septenio, para digitalizar documentos acerca del ingeniero, han realizado un extenso reportaje gráfico y descriptivo de múltiples lugares y construcciones relacionadas con la figura de Betancourt . “Sin ninguna duda, la presencia de Betancourt es palpable en Rusia, especialmente en la ciudad de San Petersburgo”, comenta Breen, quien asegura que la idea de la guía surgió sobre la marcha tras comprobar in situ en San Petersburgo y aledaños la enorme huella dejada por el ingeniero portuense.

Breen y Estévez digitalizaron en Rusia documentación relativa al ingeniero localizada en la Biblioteca de la Universidad de Vías de Comunicación de San Petersburgo. Se trata de una decena de textos escritos por el propio Betancourt y por sus colaboradores más célebres, además de unas 40 láminas con ilustraciones litografiadas o dibujadas de varias de sus construcciones e ingenios. También se han hecho eco de decenas de cartas e informes enviados por el ingeniero canario al zar Alejandro I.

El investigador Michael Breen. | DA

Del mismo modo, estuvieron en el Museo Estatal del Ferrocarril de esa ciudad, donde digitalizaron algunos retratos de Betancourt y una serie de maquetas de sus máquinas y construcciones. “Entre los informes destaca uno de 40 páginas encargado en 1820 por el zar acerca del estado de las vías de comunicación en Rusia. Betancourt se recorrió buena parte del país para realizarlo. También sobresale la correspondencia que mantuvo con Alejandro I sobre cuestiones laborales”, explica Breen. Éste último aspecto es especialmente relevante debido a que dichas misivas de Betancourt están escritas en ruso y no en francés, el lenguaje que usaba habitualmente en su correspondencia en el exterior y el más frecuente en esa época en las cortes europeas, aunque no deja de ser una mera hipótesis el hecho de que dominara ese idioma eslavo, algo que en cualquier caso estudiará la Fundación Canario Orotava.

El investigador David Estévez Durey. | DA

Todo este trabajo se incluirá, a partir del mes de octubre, una vez se procese y se traduzca, en la biblioteca digital proyecto Agustín Betancourt de Fundoro , que es de acceso libre y gratuita.

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Su presencia en el país eslavo

Un hombre inquieto, sin duda, digno representante del espíritu ilustrado de la época. Betancourt (en la imagen, su busto en el Puerto de la Cruz) viajó por Inglaterra y Francia, y en España ocupó relevantes cargos al servicio de la Corona. A finales de 1807 viajó a Rusia invitado por Alejandro I y permaneció allí seis meses. Tras regresar a París para presentar con Lanz el Ensayo sobre la composición de las máquinas, volvió al país eslavo, donde trabajó para el zar hasta su muerte. Dirigió el Instituto de Ingenieros y fue el artífice de obras como la modernización de la fábrica de armas de Tula, la fábrica de cañones de Kazán, la draga de Kronstadt, los andamiajes para la catedral de San Isaac, la fábrica de papel moneda o el Picadero de Moscú, entre otras muchas actuaciones.

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