“Tengo muchas ganas de salir de esta”

Rosy Estarlich
Rosy llegó a Tenerife hace un cuatrimestre. / SERGIO MÉNDEZ

ÁNGELES RIOBO | SANTA CRUZ DE TENERIFE

“Odio este lugar, es muy triste. No quiero pasar mis Navidades aquí.” Éstas son solo algunas de las afirmaciones de Rosa Estarlich, (Rosy), una mujer de 44 años que reside en el Albergue Municipal de Santa Cruz desde hace tres meses y que se promete a sí misma que, “cuando salga de esta, no volveré a entrar”.

Lo primero que destaca de Rosy, a simple vista, por delante incluso de su mirada triste, es su extrema delgadez. En la puerta del hospicio municipal, su diminuta y frágil imagen puede hacer pensar que ha tenido más que un coqueteo con las drogas. Pero nada más lejos de la realidad. Rosy cuenta que padece un trastorno de la alimentación desde su adolescencia que se ha agravado en los últimos meses de su vida. “Sé que mi imagen ha cambiado, aquí se me vino todo encima. No tengo hambre. Se me ha cerrado el estómago. Sólo pienso en salir de aquí”, explica.

Natural de Gerona, esta mujer llegó en mayo a Tenerife por enamoramiento hacia un hombre que conoció por internet y con el que mantuvo una relación a distancia durante los tres meses previos. “Me dijo que tenía una casa cerca de la playa y que viviríamos felices. Yo le creí. Cuando llegué me metió en su casa. Vivía en uno de los peores barrios de la isla”. Pero convivió un mes con él y la felicidad no la encontró por ningún lado…

A las 6 de la mañana de un día cualquiera, su ya exenamorado la echó de casa. Ella, lejos de querer volver a su ciudad natal, decide quedarse en la Isla. “No quiero ser una carga para mi hija y para mi madre”, dice, y cuenta que no les ha informado al completo de su situación real. “No puedo volver. Di el paso de salir del pueblo para venir aquí. Mi hija, de 28 años y con un niño, me ingresó 30 euros hace unos días. Tendría que ser al revés, ayudarla yo a ella….”

La Isla

Por estos y otros motivos se quedó en la Isla con el fin de lograr su sueño, encontrar un trabajo, a ser posible en la hostelería, que es lo suyo, y progresar. “Como no conocía a nadie aquí fui a hablar con una asistente social que me buscó un sitio en el albergue”, prosigue. “Los primeros quince días fueron infernales. Yo nunca había vivido con personas así. Aquí hay muchas peleas y conflictos y me han robado hasta las bragas”, relata Rosy y cuenta que duerme con el móvil, que le recarga su madre desde Barcelona, de hecho, durante la conversación lo lleva colgado del cuello, por si acaso…

Rosy cree que lo único que la salvaría es encontrar un puesto de trabajo. El restaurante donde trabajaba en Gerona quebró, y se encuentra en litigios con la empresa que la mantiene dada de alta en la Seguridad Social.

“Aún no he cobrado mi indemnización y lo peor es que, al estar dada de alta, no puedo cobrar el paro, pero tampoco puedo dejarlo porque lo perdería todo”, deplora. “Quiero salir de esta. Sólo deseo encontrar un trabajo para pagarme un alquiler y salir de aquí”, reitera, a la vez que agradece el bienestar que le proporciona el personal del albergue que además la ayudan en su búsqueda de empleo.

“Si no fuera por los educadores, los psicólogos y los guardias, no sé qué hubiera sido de mí, porque he pasado mucho miedo”.

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Diario infeliz

Desde el aula de informática del Albergue de Santa Cruz de Tenerife, Rosy escribe un diario donde relata sus pensamientos y vivencias desde que llegó a Tenerife procedente de Gerona. De esta manera, Rosy ha decidido compartirlo con los lectores de DIARIO DE AVISOS. Podrás seguirlo íntegro cada semana en www.diariodeavisos.com. Aquí te presentamos un fragmento de su llegada a Tenerife el pasado 7 de mayo: “Llegue el 7 de mayo de 2011. Me enamore por internet y vine a Tenerife con toda la ilusión del mundo, a buscar trabajo en el mundo de la hostelería y a hacer de pareja con el chico de internet desde la provincia de Gerona. Representaba que no me iba a faltar de nada y que vivía en un piso cerca del mar (…)” en la isla de Tenerife.

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