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Efecto nocebo, la mente es el problema

   

Varios estudios demuestran que los prejuicios, conscientes o no, hacia un tratamiento pueden generar efectos adversos. / DA

VERÓNICA MARTÍN | Santa Cruz de Tenerife

El sana sana culito de rana que todo padre o madre simula con sus retoños para que dejen de llorar, funciona. Igual que le pasa a la señora que acude al médico para que le diga que con una pastillita amarilla cada seis horas su horrible dolencia se le quitará aunque la medicina en cuestión no contenga sino glucosa. Funciona. Es el famoso efecto placebo que los médicos (y las madres) conocen muy bien. Está científicamente estudiado. Su contrario, el efecto nocebo, es menos conocido y bastante peligroso.

El catedrático en Medicina Física y Farmacología de la Universidad de La Laguna (ULL), Emilio Sanz, está convencido del poder de la mente en el caso de los pacientes y remarca que “es muy difícil saber si los efectos secundarios de un fármaco son reales, debido a sus componentes químicos, o provocados por la sugestión”.

El efecto nocebo se da cuando una persona se autoconvence -consciente o inconscientemente- de que se encuentra mal y que el tratamiento que recibe le hace daño con lo que, al igual que los famosos embarazos psicológicos, llegan incluso a desarrollar síntomas alarmantes.

En estos momentos, el efecto nocebo ha salido a la luz porque es uno de los argumentos que esgrimen aquellos que están en contra de la reforma del sistema sanitario para sustituir a los fármacos de marca por otros genéricos. Algunos aseguran que muchos ancianos, acostumbrados a tomar una medicación concreta, rechazarán psicológicamente un tratamiento desconocido y empeorarán. Ante esto, el psiquiatra de USP La Colina, Cecilio Hernández, comenta que aunque los efectos psicológicos de los tratamientos -tanto en positivo como en negativo- existen, este argumento no es suficiente como para descartar ninguna medida de recorte del gasto sanitario. Cecilio Hernández recalca que “desde siempre, el tratamiento no se circunscribe al fármaco en sí sino a un efecto de magia cultural”. Algo similar opina el catedrático Emilio Sanz quien dice que un enfermo se define como tal “cuando tiene limitaciones, lleva una dieta y un tratamiento”. Es algo más psicológico que físico y, en ello, influye mucho todo el sistema social que se teje en torno al enfermo. En este sentido, pone como ejemplo que un naturista acérrimo que se niega a tomar fármacos y que se somete a un tratamiento con medicamentos, “seguro que le sentarán mal porque está predispuesto a que esto le ocurra”.

Un estudio demuestra que el 30% de los que toman un placebo sin saberlo obtienen el mismo resultado que con el fármaco

El efecto placebo es muy conocido y estudiado en el mundo sanitario mientras que su antagónico, el nocebo, es menos conocido aunque igual de presente. Sanz recuerda que hay estudios que demuestran, en algunos psicofármacos como los antidepresivos, que en una investigación donde se da a un grupo de enfermos placebo (es decir, cápsulas que no contienen ningún medicamento activo) y a otro, el fármaco sin que ni enfermo ni personal sanitario sepa a quién se le da qué. El resultado es que en un 30% de los que tomaron el efecto placebo el resultado es el mismo que los que ingirieron el fármaco. En otro trabajo sobre colon irritable, se les dijo incluso a los pacientes que estaban tomando placebo y mejoraron en un 50% de los casos.

Emilio Sanz descartó que, hoy en día, se den tantos casos completos embarazos psicológicos o la aparición de tumores falsos por efectos psicológicos como existía en un pasado pues “con las ecografías y los nuevos sistemas de diagnóstico por imagen, esto se ha descartado”.

Otros estudios han puesto de manifiesto el poder de la mente en la mejoría de patologías a través de los fármacos. Por ejemplo, se ha dado a dos grupos de pacientes el mismo medicamento en cápsulas de color rojo y amarillo y blanco y verde. ¿A qué no adivinan quién tuvo más efectos secundarios? El grupo de las rojas y amarillas pese a que todos recibieron el mismo medicamento. El psiquiatra Cecilio Hernández reclama menos atención a este asunto pues “al ponerle una etiqueta como efecto nocebo estamos generando una categoría a un problema general que ha existido siempre como reacción normal ante un tratamiento”. Recuerda que muchos tienen animadversión a los medicamentos porque temen tener problemas sexuales o dependencias. Del “sana sana” al “esto es un veneno”, todo está en la mente.