Justo la misma semana en la que la revista Forbes publicaba el ránking de los hombres más ricos del mundo, donde por cierto Bill Gates volvía a ganar, el Gobierno español sacaba del baúl de los recuerdos el impuesto de patrimonio (un impuesto que ellos mismos suprimieron en 2008) con la idea [ilusa] de recaudar unos 1.080 millones de euros al año [de 25 a 40 millones en Canarias] y así solucionar, de un plumazo, la crisis económica del país. Parece lógico. Los que más tienen, que paguen más. Que sean solidarios y que arrimen el hombro como lo han hecho los ricos de Francia o de Estados Unidos.
Pero seamos realistas. España no es Francia y ni mucho menos EE.UU. Los ricos de España hay que buscarlos debajo de las piedras y no digamos los de Canarias. Según los cálculos de Hacienda, de los 4.900 canarios que deberán pagar este impuesto, más de 2.000 poseen una fortuna de entre 700.000 y un millón de euros, cerca de 2.300 disponen de entre uno y 2,5 millones de euros; más de 420 cuentan con entre 2,5 y 5 millones de euros; unos 120 tienen entre 5 y 10 millones de euros; y alrededor de 50 poseen un patrimonio superior a los 10 millones de euros. No es el momento de pensar en las cifras de los canarios que están en el umbral de la pobreza, pero tampoco de hacer demagogia y dar por hecho que porque los ricos paguen más, la situación económica del país se resolverá.
Este impuesto no cubrirá las necesidades de la economía española porque no es un instrumento de política fiscal definitivo para afrontar el déficit, dado que su capacidad recaudatoria es muy limitada. Su recaudación es la equivalente a la obtenida por la eliminación de la deducción por nacimiento de hijos del IRPF, y a la vista está que dicho ahorro no se ha sentido para nada en los bolsillos de los españoles. Lo sí ocurrirá es que se penalizará el ahorro y a las clases medias que es a quien realmente afectará dicho impuesto.
A pesar de que se ha tratado de comparar esta tasa con el impuesto sobre grandes fortunas francés, no son equiparables. Éste solo grava a patrimonios a partir de 1.300.000 y además tiene deducciones por hijos, inversiones en pymes, donativos, etc. Según una encuesta del Banco de España la riqueza neta de los hogares es más alta cuando el cabeza de familia tiene entre 55 y 64 años y es empleado por cuenta propia. Este impuesto, además, castiga el sacrificio de las familias a las que obliga a pagar impuestos por los bienes en los que se ha materializado un ahorro que ya tributó en el momento en que se generó. Es decir, que si se penaliza adicionalmente el ahorro a través de este impuesto, los ahorradores obtendrán una rentabilidad negativa. No creo que este impuesto engorde las arcas del Gobierno. De hecho creo que no servirá para nada sino para que las grandes fortunas se vean ahogadas y huyan del país. El Gobierno se tiene que dar cuenta de una vez que los ajustes fiscales deben ir por la vía del recorte del gasto corriente y de auténticas reformas estructurales.