Los investigadores Heikki Vuorela y Manuel Norte. / EMETERIO SUAREZ
VERÓNICA MARTÍN | SANTA CRUZ DE TENERIFE
El océano esconde una serie de posibles remedios al cáncer, a las enfermedades bacteriológicas e, incluso, una solución para la industria alimentaria. Sin embargo, investigar todos estos aspectos se hace técnicamente muy complejo. La Universidad de La Laguna (ULL) participa, en estos momentos, en uno de los mayores proyectos internacionales de investigación de nuevas moléculas para el mundo sanitario, alimenticio y cosmético. El consorcio Marex, creado para estudiar la biodiversidad de los mares y su posible explotación industrial, aglutina a varias instituciones científicas internacionales, de entre las cuales la Universidad de La Laguna es la única representante pública española. El proyecto fue lanzado en Helsinki en 2010. Esta semana, los 36 grupos de investigación del consorcio se han reunido en La Laguna para establecer pautas comunes y poner sobre la mesa los distintos resultados científicos obtenidos. Las próximas reuniones previstas se celebrarán en 2012 en Nápoles (Italia) y en 2013 en Goa (India).
El investigador del Instituto Universitario de Bio-Orgánica (IUBO) de la Universidad de La Laguna (ULL), Manuel Norte, ha sido el anfitrión de esta reunión que preside el investigador de la Universidad de Helsinki, Heikki Vuorela. Ambos explicaban a DIARIO DE AVISOS que, en este año de trabajo, se han establecido los protocolos del consorcio para determinar que los sistemas de extracción de muestras sean “respetuosos con el Medio Ambiente” pues uno de los preceptos esenciales de esta agrupación es el “respeto a la naturaleza, que es uno de los principales puntos que insistieron los responsables de la Unión Europea para financiar el proyecto”, explicaba el presidente del consorcio.
“Estamos buscando organismos marinos, micro y macro, y tratamos de identificar sustancias con interés farmacológico, cosmético o en la alimentación”, remarcan ambos investigadores y aclaran que otro de los aspectos clave de este sistema de trabajo estriba en que estas moléculas sean reproducibles en laboratorios y sistemas de cultivos marinos.
En el listado de nuevas moléculas se incluyen aquellas que tengan una utilidad para “impulsar la biotecnología marina especialmente desde el punto de vista de poder desarrollar métodos sostenibles que nos permitan la producción continua de los organismos que contienen los metabolitos de interés”.
El paso final de todo este proyecto está puesto, claramente, en el mercado pues la idea es “aumentar la competitividad de la industria tecnológica marina” al tiempo que poner en el mercado nuevos productos interesantes en la lucha contra algunas patologías. Por ejemplo, de los primeros resultados obtenidos por el grupo de investigación de la ULL, dirigido por Manuel Norte, están la detección de posible actividad en extractos de dos organismos dinoflagelados; uno de ellos procede de aguas canarias y el otro, de Galicia. “Ambos tienen actividad inhibitoria de proteínas concretas que actúan en la trombina, una patología circulatoria”, explica Norte.
Con respecto a que el mar esconde más recetas contra enfermedades que los organismos terrestres, ambos investigadores apuntan que “no hay tantos estudios realizados con respecto a los organismos marinos como para poder hacer esa afirmación pues, en comparación con la tierra, el mar ha sido estudiado muy poco”. Sin embargo, insisten en que “las estructuras químicas que los organismos producen las utilizan en su relación con el medio y con otros organismos. Lo que está claro es que el medio marino tiene unas características especiales y las hace diferentes”. En ese desconocimiento global podría estar la gran ventaja de los organismos marinos. El proyecto Marex no solo cuenta con investigadores universitarios (que van de centros desde Polonia a la India) sino que, también, está conformado por empresas privadas que “nos ponen los pies en el suelo” y dirigen las investigaciones hacia la rentabilidad.
Los casi cuarenta grupos de investigación siguen trabajando y ya estudian la actividad en moléculas para el cáncer, el alzhéimer, patología de los canales iónicos o la acción antibacteriana. De ahí, saldrán muchas soluciones.