¿Política o piratería? > Juan Henríquez

Un espectáculo digno de dictadores en la sombra. El negocio entre el PP (José Manuel Soria) y el CCN (Ignacio González S.) para acudir juntos a las próximas elecciones generales del 20N, tiene nombre propio: piratería política. Me cuesta decirlo porque el PP en su conjunto acepta las reglas del juego democrático, pero lo que ha hecho el señor Soria abriéndole las puertas del partido al personajillo este del CCN, no tiene nombre; el mismo que se fue vomitando de la “vieja derechona recalcitrante”. ¿Cómo es posible que ni siquiera se le haya pedido a este pequeño caudillo romper con Coalición Canaria y que abandone el pacto que ésta sostiene con el PSC-PSOE? Lo planteo de otra manera: ¿Qué debe ocurrir para que CC-PSC expulsen a este pirata político del pacto? Estamos ante la inmoralidad política elevada a la máxima potencia.

Pero es que, además, los voceros subvencionados y bien pagados, mañaneros de alcachofa conservadora, pregoneros del contrato entre PP-CCN, de sobra por todos conocidos, califican de una “jugada inteligente” a un pernicioso contrato de arrendamiento político, en el que de una parte (PP) cede a la otra (CCN) puestos de dudosa salida en las listas electorales, a cambio de un puñado de votos y lo que agarre en cartera ajena. Y lo del “valor añadido”, que representa el pacto pirata para el PP, solo puede salir de la boca de un pedante; un señor que cuando habla repite una docena de veces: “créeme que es verdad lo que te digo”. En psicología, a este tipo de personajes se les conoce por mentirosos compulsivos, aparte de echados pa´lante. Por favor, querido/a lector/a, no me obligue…

¡Eh!, un momento, perdone señor legalista, nadie pone en duda los pactos o acuerdos democráticos, sino la utilidad putrefacta que de ellos se derivan. Las normas democráticas son las que son, pero hay algo que no está escrito, que se llaman valores democráticos. Y lo que muchos demócratas convencidos nos preguntamos, es sí un señorito fracasado de la empresa privada, puede convertir el digno ejercicio de la política democrática en un negocio particular, cuando menos, para satisfacer conductas éticamente reprochables. Por lo visto, al PP no le disgusta andar con imputados, porque todo el mundo sabe que al menos hasta una decena de dirigentes del CCN, con su dueño a la cabeza, el pecaminoso Nacho, están inculpados por gastarse 5,1 millones de euros en la campaña electoral del 2007, cinco veces más que lo legalmente permitido, y aquí lo dejo, porque no quiero entrar en detalles familiares a los que parece haber puteado bien este niñato. La amnesia interesada del PP también se olvida del famoso Caso Bango, que tanto daño causó a los conservadores canarios.

Para nada me extraña que individuos como el Ignacio González se permitan el lujo de poner en ridículo a los partidos políticos y sus dirigentes, incluso, colocar al borde del precipicio al sistema democrático; en realidad éste es su objetivo final. ¿Y éstos sujetos políticos son los que representan al pueblo, y pretenden darme lecciones de moral y ética? ¡Fuera con ellos!

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