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“El cliché de ‘lo canario’ hace un flaco favor a nuestra música”

SANTIAGO TOSTE | SANTA CRUZ DE TENERIFE

Timpluras. Buscar un espacio para el timple donde pueda abrirse a múltiples estilos y sonoridades. Ésa ha sido la hoja de ruta que ha seguido en su disco la Orquesta de Timples de Canarias, un grupo de jóvenes que cada vez que se sube a un escenario muestra que el futuro de la música en las Islas posee buenos herederos. Con su director, Benito Cabrera, mantuvo DIARIO DE AVISOS esta charla.

-Timpluras es un proyecto que ahora da como fruto un disco. Usted se halla al frente de la Orquesta de Timples de Canarias. ¿Ha sido difícil poner de acuerdo a ocho solistas en esta aventura?

“Es complicado desde el punto de vista musical. Hay que investigar las sonoridades, los repertorios… Y hacer mucho ensayo y error antes de sacar una obra. Ponerlos de acuerdo a nivel humano no ha sido difícil. Es un proyecto ilusionante para todos”.

-¿Cuál sería la carta de presentación de Timpluras? ¿Qué viaje nos invitan a realizar?

“Timpluras busca un camino nuevo para el timple. Pasa de instrumento de parranda a solista y ahora a grupo de cámara. Nos dedicamos a hacer timpluras, a meter al timple en repertorios que abarquen muchos estilos”.

-¿Y si hablamos de la Orquesta de Timples de Canarias, ¿Cuál es el recorrido que quieren desarrollar?

“El proyecto surge después de muchos años de tenerlo en mente. Ya otros hace varias décadas habían reunido a muchos timplistas para tocar juntos. Nuestra idea es generar un amplio repertorio escrito para grupo instrumental de timples y abordar desde la estética clásica hasta el jazz, sin olvidar las raíces folclóricas. El futuro ya se verá, pero buscamos que sea un proyecto de largo recorrido”.

-Yone Rodríguez, Israel Espino, Víctor Estárico, Francisco Yanes, Tomas Miguel Fariña, José Alberto Delgado y Eutimio Álvarez. ¿Cuál es el secreto de este territorio insular para que no dejen de surgir intérpretes de calidad?

“Yo creo que las islas, en general, son un embrión de creadores. Y estas en particular. Aunque tenemos que reconocer nuestras deficiencias en materia cultural e intelectual, el impulso creativo es muy poderoso. En el caso del timple, estamos ante una generación de nuevos intérpretes con gran calidad humana y musical”.

-Usted ha sido uno de los responsables de situar al timple en una perspectiva que va más allá del folclore. ¿De qué manera concibe el horizonte que aún le queda a este instrumento?

“Creo que hemos andado sólidamente el principio de este camino. Pero al timple le queda aún mucho. El horizonte es amplio y viendo cómo vienen las nuevas hornadas de timplistas, creo que está en muy buenas manos”.

-Y en esa labor, ¿cuáles han sido las mayores dificultades con las que se han encontrado?

“Los obstáculos más difíciles han estado en nuestra propia tierra. Por cuestión de complejos, por cercanía o por la suma de muchos factores, los canarios ofrecemos resistencia al desarrollo de nuestra cultura. Me ha costado más tocar en auditorios canarios que dar un concierto en el Carnegie Hall de Nueva York. La gente de fuera no ve el timple con prejuicios. Sencillamente, quiere oir música y emocionarse. Aquí aún hay una parte del público que piensa que el timple sólo sirve para folclore. Creo que es una tendencia normal, que nos obliga a ser cautelosos y serios con lo que hacemos”.

-De otro lado, ¿hemos logrado superar el prejuicio que rodea a la música popular, donde sin conocerla caemos en el error de desterrarla a una suerte de segunda categoría?

“El folclore es una fuente de sabiduría que va mucho más allá de su expresión visible. Detrás de un señor que canta un romance hay un poso etnohistórico demasiado denso e importante como para despreciarlo. Desde hace varias décadas, grupos como Taburiente, Sabandeños y otros muchos nos demostraron que la música folclórica era no sólo respetable en sí misma, sino una fuente de recreación para contemporaneizar la identidad cultural de un pueblo, amén de poder llegar a públicos de cualquier lugar. En muchos países esa consideración está más que superada. En Canarias…, creo que estamos en ello, pero aún nos queda algo que recorrer hacia ese autorrespeto”.

-¿Considera que también se ha caído en una suerte de banalización del folclore, esto es, cuando se ubican en él obras e interpretes que nada tienen que ver con él?

“Totalmente. Todos hemos contribuido a fortalecer esquemas de proyección de la música tradicional que cargan el acento en su componente más insustancial. Algunos programas de televisión y el fenómeno del folclore-espectáculo han marcado mucho esta tendencia, en la que los clichés de lo “lo canario” (hablar mal, caricaturizar al campesino, cantar con una botella de vino al lado…) hacen un flaco favor a la divulgación de nuestra música”.