VICENTE PÉREZ (ENVIADO ESPECIAL) | El Pinar
Los casi 600 evacuados de La Restinga volvieron ayer a hacer colas de más de una hora para regresar a por sus pertenencias durante solo unos minutos. Al llegar a su pueblo, unos kilómetros más abajo del punto en que está cerrada la carretera y vigilada de forma permanente por la Guardia Civil, lo que se encuentran es una imagen desoladora: calles vacías, bares cerrados, el puerto sin pescadores ni buceadores… Y un olor raro, que a veces se identifica con claridad como de azufre, y sobre todo, la mancha amenazadora de la erupción volcánica en la superficie del agua, a menos de medio kilómetro.
Las fotos que ilustran esta información fueron tomadas a primeras horas de la tarde de ayer por los propios vecinos, durante la media hora que, como máximo, disponían para regresar al puesto de control de la Guardia Civil, que solo se puede franquear con un permiso del Ayuntamiento de El Pinar. Los periodistas tienen prohibido el paso, como el resto de la población.
Evacuados desde el martes, los vecinos empiezan a ponerse ya nerviosos porque denuncian que no reciben información sobre lo que está pasando (ven la mancha del volcán muy cerca ya de sus casas) ni cuándo podrán volver a sus hogares. La inquietud se hace presa también de los empresarios, sobre todo comercios y bares; y los clubes de buceo (once en total) han trasladado su actividad al puerto de La Estaca, hasta que pase esta emergencia.
Ese es el caso de Ana María Suárez y su hija, María del Mar, cuya familia se halla realojada en una casa de El Pinar, quienes ayer bajaron al pueblo en compañía de amigos y familiares para llevarse algunas cosas y traerse a lugar seguro a un gato callejero que ellos cuidaban. Para ello tuvieron que hacer cola durante casi una hora, en un lugar tomado ya por periodistas y curiosos, dado que desde la carretera que baja de El Pinar a La Restinga se puede ver la mancha volcánica en el mar, a menos de medio kilómetro de a costa y que se pierde de vista hacia el océano, donde hay otras bocas eruptivas submarinas a mayor distancia y profundidad.
Nervios
“Hemos entrado como asustados en nuestro propio pueblo”, declara María del Mar, quien se queja de que los 600 evacuados “no tienen información directa de las autoridades sobre lo que está pasando”. Su madre intenta no perder el buen humor, pero admite que se tuvo que tomar unas pastillas para tranquilizarse. “Estamos angustiados, llevamos ya muchos días así; estamos en una casa que nos dejaron unos amigos, pero como en la de uno no hay nada”, testimonia su madre, quien hace gala de su amabilidad con DIARIO DE AVISOS obsequiándonos unas guayabas y zumos.
Una amiga de esta familia, Dácil, aficionada a la vulcanología, dice ser “escéptica” sobre las posibilidades de que el fenómeno volcánico se quede como está, y sostiene que “la erupción importante no se ha producido aún y lo que vemos en el mar de La Restinga son sobre todo gases y debajo poca lava; algunos expertos me han dicho que la erupción podría ser en la zona del volcán de Tanganasoga, porque por allí pasa la fisura, y que tal vez habría que evacuar Sabinosa”. Tara y Joseba, también evacuados, reconocieron que al entrar ayer en su pueblo percibieron un olor que no es el habitual en La Restinga. Es el olor de un volcán escurridizo, que solo se hace visible en la gran mancha verde y marrón sobre el mar, y en los seísmos que ayer siguieron percibiéndose, distribuidos en varios puntos de la isla, desde el Golfo hasta La Restinga pasando por la cumbre de Tanganasoga y el Mar de Las Calmas.
Una cosa tienen claro los evacuados: que están en manos de los geólogos, pero, en última instancia, de lo que la naturaleza quiera hacer.