SANTIAGO TOSTE | Santa Cruz de Tenerife
Una comedia negra, negrísima, que, precisamente por esa voluntad de exageración, pone ante nuestros ojos muchas de las claves de las relaciones (y sobre todo, los desencuentros) de pareja. Desde mañana y hasta el domingo, el Teatro Guimerá de Santa Cruz de Tenerife pone en escena La guerra de los Rose, la obra teatral inspirada en la novela de Warren Adler. Y lo hace con un montaje dirigido por Garbi Losada que interpretan Mar Regueras y Carlos Sobera. Con este último interprete, el televisivo, cinematográfico y teatral Carlos Sobera, pudo conversar ayer DIARIO DE AVISOS.
-Muchos conocimos en el cine de los desencuentros de los Rose en la cinta que protagonizaron Michael Douglas y Kathleen Turner y dirigió Danny DeVito en 1989. ¿Qué aporta ahora este nuevo encuentro con la historia desde las tablas de un teatro?
“Hay dos cosas muy concretas: una es el cambio de registro, de tono. El filme es claramente dramático y en él sólo pone las notas de humor el personaje que interpreta Danny DeVito, mientras que aquí estamos ante una comedia negra en su esplendor máximo. Por otra parte, el teatro cuenta las historias de una forma muy distinta y, desde luego, con una proximidad que no tiene el cine, por muy efectista que sea”.
-¿A qué cree que se debe que un tema tan universal, que nos tomamos tan en serio, como las relaciones de pareja, se preste tanto a la comedia, especialmente negra?
“Todas las cuestiones se pueden abordar desde distintos puntos de vista. Y a veces el humor es un instrumento de comunicación mucho más penetrante, mucho más corrosivo y, probablemente, más educativo que el drama. Creo que un acierto, tanto del autor de la obra, Warren Adler, como de Garbi Losada, quien adapta el texto, ha sido emplear el humor como vía de escape, de reflexión y de crítica también. Hablamos de dos personas con un problema que, no es extraño, acabe teniendo consecuencias muy dramáticas”.
-¿Qué podrá esperar el público que acuda a ver La guerra de los Rose? ¿Cómo nos invitaría usted a presenciar una función de esta obra?
“Van a tener la oportunidad de pasar un rato extraordinario. Van a sonreír durante 90 minutos y, en muchos instantes, a reirse a carcajadas. Es una comedia muy lograda de texto. Luego también creo que no les va a dejar vacíos. No se trata de humor por humor, sino que hay un espacio para hacer conjeturas, para reflexionar sobre situaciones que en el fondo son muy cotidianas, que a todos nos han ocurrido o nos han pillado muy cerca. No se trata de nada que ocurra en otra galaxia. Y esto de identificarnos resulta muy bueno también. Pero por encima de todo yo les aseguro que se lo van a pasar muy bien con este espectáculo”.
-Cuando un intérprete se enfrenta a un texto conocido y aplaudido, ¿queda margen de maniobra para nuevas lecturas de esa historia?
“Una interpretación nunca es igual a otra. Somos muy respetuosos con el trabajo que hemos hecho durante meses de ensayos, con las indicaciones de la directora y con el propio texto de Adler. Las posibles lecturas se las dejamos al público, nosotros cumplimos nuestra obligación de hacer reir a la gente y de intentar abordar bien los papeles. Y luego que cada uno desde el patio de butacas que haga sus reflexiones. Los actores procuramos no hacer muchas, para no confundir ni desvirtuar”.
-Cine, televisión, teatro…; guionista, actor, presentador… ¿De qué manera encara Carlos Sobera cada una de estas incursiones?
“Aunque no seas consciente de ello, siempre estás más capacitado para unas facetas que para otras. Me considero un hombre del entretenimiento, y me realizo y me siento feliz con todos esos ámbitos. Además, cada una de ellas tiene sus ventajas e inconvenientes, y todas las desarrollo en la medida en que puedo”.
-Y en estos tiempos de crisis, ¿esta versatilidad resulta una ventaja?
“No cabe ninguna duda. Cuando te limitas a un único palo resulta más complicado trabajar en tiempos de crisis. De cualquier modo, yo llevo en reconversión toda la vida. Me tengo que reinventar minuto a minuto porque esta profesión es muy competitiva y casi no te deja respirar, incluso en esas épocas de bonanza. Además, si te alejas de las etiquetas, despistas mucho a la gente. Y eso es fabuloso”.
-Teniendo en cuenta está vocación polifacética, ¿qué le queda por hacer a Carlos Sobera? ¿En qué proyecto le gustaría adentrarse que sea totalmente diferente a lo que haya hecho hasta el momento?
“Ahora estoy preparando como productor un largometraje, que se va a llamar El grito de Amed, donde se cuenta la historia real de unos marroquíes que fueron acusados de delitos de violación, y que todo el mundo menos la Justicia creyó que eran inocentes. Estamos empeñados en sacar adelante esta cinta, de corte social, político y de conciencia ciudadana. Una película que nos hace reflexionar acerca de que a lo mejor en este país no todos somos tan buenos y cojonudos como a veces solemos pensar”.