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“Ver surgir un volcán es un privilegio”

Los vulcanólogos aficionados, Joan y Marcos. / FRAN PALLERO

VICENTE PÉREZ (ENVIADO ESPECIAL) | El Pinar

La erupción volcánica ha puesto El Hierro en el foco de interés de aficionados a la vulcanología. Algunos no han dudado en desplazarse a la Isla del Meridiano en las primeras fases del volcán. Entre estos turistas de los volcanes se encuentran Joan Puigcercós, geógrafo residente en Andorra, y Marcos González, dueño de un restaurante en Guía de Isora.

Les une la pasión por los volcanes y se les nota en su ameno y, por momentos técnico, diálogo que entablan sentados en una valla de la carretera entre El Pinar y La Restinga, mirando con indisimulado deleite la inmensa mancha marrón y verde que ha creado la erupción submarina.

“Si se quedara en esto, ya estaríamos viendo un fenómeno muy difícil de ver en el mundo, y debería darme por contento tras venir desde Andorra hasta aquí”, afirma Puigcercós, quien ha visto más de 50 volcanes en diferentes países, con experiencias tan aventureras como una ocasión en la que logró entrar en la isla de Montserrat cuando estaba cerrada por una erupción volcánica tras trepidantes peripecias por las que pasó en Antigua. Viajero incansable, este andorrano asegura que pretendía visitar los volcanes de La Palma, pero la erupción de El Hierro le ha atrapado. “El de aquí es un vulcanismo poco explosivo, aunque si le entra el agua marina, la cosa cambia, y hay mayor riesgo de explosiones”, comenta, mientras piensa ya en su próximo viaje, a Nicaragua.

Conoce todas las islas canarias, y confesó que cuando estudió geografía y empezó a interesarse por los volcanes, solo conocía El Teide, que le impresionó sobremanera. “El Teide es un edificio volcánico acojonante, y si un día erupta…”, advierte, mientras empuña una y otra vez sus prismáticos para escrutar la huella del volcán herreño en el Atlántico. A su lado, Marcos González, que afirma ser amigo del vulcanólogo Juan Carlos Carracedo, interviene para comentar que el municipio de El Pinar es ahora «la plaza del Obradoiro de los aficionados de la vulcanología”, y reconoce que ha estado tres días casi sin moverse, sentado ante la costa de La Restinga. También para él lo que ha visto hasta ahora en El Hierro ya resulta un “privilegio” para cualquier adepto a la geología. Ambos esperan, esperan y esperan, aunque el tiempo en la Isla se les acaba, y no hay manera de saber cuál será la evolución del volcán. ¿Se verá el volcán?¿Se creará un islote? ¿Cuándo? La respuesta no la puede dar nadie. Ni siquiera la directora general del Instituto Geográfico Nacional (IGN) quien reconoció que no puede dar fechas.