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Alfonso González Jerez y el SILA > Nicolás Melini

   

En estos días he leído un artículo de Alfonso González Jerez, en DIARIO DE AVISOS, titulado SILA. En este insulta a los escritores de las islas por no haber acudido a los actos del encuentro del libro africano en el TEA de Tenerife. Aunque supongo que yo no debería darme por aludido, pues no vivo en Tenerife, me apetece expresar brevemente la vergüenza ajena que este artículo me ha producido. Insultar nunca ha sido una buena estrategia para conseguir espectadores. Y en el artículo se insulta a todo un colectivo, sin distinción, en un curioso “no vinieron a verme”, o “no vinieron a disfrutar de lo que organizamos”. Pero no es eso lo que me produjo la vergüenza ajena: cualquier persona con un mínimo conocimiento de causa comprendería que los actos literarios públicos están dirigidos a eso, al público. Los escritores pasamos todo el año leyendo e informándonos sobre literatura, ese es nuestro oficio y nuestra obligación diarios, pero no es habitual en nosotros que acudamos a actos literarios, salvo por algún compromiso personal. He sido programador de eventos literarios como La Noche de Los Libros, de Madrid, y lo último que me hubiese esperado encontrar en una conferencia de Michel Houellebecq o Javier Marías o César Aira hubiese sido a otros escritores que se encontraran ese día en la ciudad (y anda que no hay escritores en Madrid, y más aún ese día). Si acaso, tal vez, algún escritor joven y completamente desconocido que quisiera acercarse a sus ídolos. Los escritores no solemos ser el público de los actos literarios públicos, sino los invitados, eso es así en Canarias y en cualquier parte.

En el festival Ñ, que se celebra en el Círculo de Bellas Artes de Madrid, se puede encontrar a un gran número de escritores dejándose ver en los salones, la librería y la cafetería, pero, si uno se fija bien, podrá comprobar que no se trata de autores que no estén invitados a participar: se trata de los mismos que nutren la programación. Parece que hay, entre los escritores, una especie de consenso universal que recomienda no acudir allí donde no has sido invitado a participar. Por eso mi estupor al leer la columna de opinión de Alfonso González Jerez, pues peca precisamente de aquello que le atribuye a los escritores canarios (todos sin excepción). Interpreta un hecho normal -y aceptado en todos lados- de manera errónea porque, precisamente, lo observa en su universo insular minúsculo, sin la menor capacidad para ver más lejos. Cabe preguntarse por qué nos querrán universalizar quienes, con tanta frecuencia, expresan visiones miopes, cara al terruño. Pero, no se nos escape que, cuando se pide con insultos la concurrencia de los escritores que no han sido invitados a participar, en realidad, de lo que se trata es de exigirles pleitesía. Y dicho esto, que creo que es la mejor interpretación que puedo ofrecer a este lamentable acto, mejor no me extiendo, porque no creo que nada de esto lo merezca. Es sólo un desmán, un insulto gratuito que todos nos hemos llevado sin comerlo ni beberlo.