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la claqueta > fran domínguez

Cuidado con toser

   

Si tienes querencia a ser un hipocondríaco irredento, un consejo: abstente de ver Contagio, el nuevo filme del ecléctico e inquieto Steven Soderbergh, porque saldrás del cine mirando compulsivamente a un lado y a otro, pendiente de si alguien tose o moquea en exceso a tu alrededor, y no digamos si encima te toca…

Contagio, la enésima película destinada a acojonar al personal con pandemias mortales y demás maldiciones bíblicas, cuenta cómo un virus letal se extiende en pocos días por todo el orbe planetario. Uno de los méritos de Soderbergh (Ocean’s Eleven y sus secuelas, Che, Traffic, Erin Brockovich) es que comienza la narración de una manera vertiginosa y directa, sin cortapisas ni preámbulos explicativos que entorpezcan la trama, emulando de paso la rápida propagación de la enfermedad. Desde una buscada perspectiva distante -gélida, en ocasiones-, en la que se acerca de soslayo a los personajes, sean los propios afectados, los políticos o los científicos, el director norteamericano no tiembla a la hora de mostrar de una manera cruda lo extremadamente fácil y sencillo que resulta el contagio en un mundo hiperglobalizado como el nuestro; al igual que constata la farragosa, lenta y ambigua respuesta de las autoridades médicas (gripe A, la OMS…, ¿les suena?), en la que sin entrar al trapo con una crítica más explícita (tal vez uno de los peros de la cinta), sí desliza el caos que produciría una torpe o mala praxis a la hora de administrar soluciones, y en la que tampoco falta una saeta envenenada a Internet, en este caso como factor distorsionador o revelador, según se mire, en la gestión de una crisis epidemiológica.

Soderbergh se apoya en su propuesta en una pléyade de actores (Matt Damon, Gwyneth Paltrow, Laurence Fishburne, Jude Law, Marion Cotillard y Kate Winslet) y en una música (obra de Cliff Martínez, un habitual en las cintas del realizador nacido en Atlanta) que subraya el atuendo de reportaje que adopta el filme. Contagio logra que nos petrifiquemos sólo de pensar en la posibilidad de que suceda una cosa así.