Han sorprendido en algunos cÃrculos las crÃticas de Barack Obama y Hilary Clinton a Europa por lo que entienden que es su lasitud ante la necesidad de tomar medidas quirúrgicas para hacer frente a la crisis económica y la deuda griega. Sobre todo, viniendo de un paÃs que no acaba de arrancar con sus propias soluciones, aunque su ventaja es notable. Pero nada en esta aparente discusión es lo que parece.
Por una parte, Obama quiere recuperar popularidad criticando a Europa y haciéndola aparecer como culpable porque en estos momentos todos sus actos (en Afganistán, en Irak, en todas partes) están orientados a ganar las elecciones presidenciales y no integrar la escasa y deshonrosa nómina de los presidentes que solo estuvieron cuatro años en la Casa Blanca. Por otra parte, hay en las crÃticas norteamericanas algunas verdades paradójicas: Europa se empeña en salir de la crisis inundando los mercados de dinero público y, por lo tanto, dividiendo la deuda y trasladándola (lo que ha hecho Obama más que nadie antes en EE.UU.). Europa no toma decisiones rápidas (Obama las toma pero son fugaces y contradictorias) y Europa no quiere aceptar la posibilidad de dejar caer a Grecia para sanearlo todo. PodrÃa ser ésta una salida, pero sin olvidar que, si el euro se hunde, el principal beneficiario serÃa el dólar y la debilidad global del sistema serÃa mayor.
Pero las crÃticas vienen de una realidad que Obama vive con desgarro: se trata de dos modelos sociales diferentes, dos culturas distintas de la manera de hacer frente a las cosas. Europa, incluida su derecha polÃtica, tiene reflejos intervencionistas en la economÃa que están en el origen de la crisis. Estados Unidos no. Es el paÃs que menos culto hace del dinero público, hasta el punto de que la propuesta de sistema sanitario nacional, basado en seguros privados pagados con fondos públicos, suscitó una reacción ciudadana y de los jueces que la ha hecho fracasar. Obama es el presidente a quien más le gustarÃa europeizar económicamente a Estados Unidos con Keynes como asesor de bolsillo. Tal vez sea caso para un psiquiatra.