Es palpable el desencanto de los ciudadanos con los polÃticos, algo que probablemente es injusto cuando se generaliza, pero que tiene su fundamento cuando se producen casos como el último del CCN, que ha realizado toda clase de maniobras para chupar del poder, desde la actual alianza con el PP para las elecciones generales, después de haberse presentado a las elecciones conjuntamente con Coalición Canaria en las autonómicas y locales, hasta las puñaladas que ha propinado ahora a sus compañeros nacionalistas en el Cabildo de Gran Canaria.
La cuestión no está en que un partido haga lo que le parezca conveniente. Se encuentra en que sea coherente con la idea que se ha presentado en la calle, del respeto a las intenciones que se brindó en su dÃa al electorado y al sentido del voto de apoyo que han tenido. De no ser sólo unos sinvergüenzas, vaya.
En este caso ni siquiera se puede decir que los votos que los han colocado en las instituciones sean suyos, porque se presentaron conjuntamente con Coalición Canaria y, aunque nunca se sabe qué porcentaje tiene cada cual, el convencimiento general es que la mayorÃa procede de CC y no de un grupo y de unos lÃderes desprestigiados como sucede con el CCN.
En este caso, de su unión con el PP, ya se están adjudicando que ellos les sumarán 50.000 votos, lo cual parece un disparate, pero difÃcilmente discutible en cuanto no se sabe quién pone el voto a quién. Lo que si está claro es que, visto los antecedentes, realizan una nueva jugada para apropiarse de una parte del voto que haya subido el PP por sà mismo.
En Gran Canaria el CCN ha desplazado a CC en el pacto con el PP. El presidente del Cabildo, José Miguel Bravo de Laguna, convocó un pleno extraordinario para sustituir al vicepresidente primero, Fernando Bañolas, de CC, por Juan DomÃnguez, del CCN. Este último no sólo logra más poder, sino que, con una modificación parcial del reglamento, pasa a obtener más fondos propios para sà y para su partido y cargos polÃticos y en empresas para los suyos, un cambio administrativo realizado por el PP contra el criterio del secretario de la corporación. Como ha sucedido en El Hierro y en algunos ayuntamientos de La Palma, es Coalición Canaria la que está sufriendo estos embates del Partido Popular, que después de su pacto con los socialistas los ha convertido no en un adversario, sino en un enemigo a destruir, con más saña que contra el mismo PSOE, convertido en su cómplice en muchas de estas operaciones municipales de acoso y derribo.
Pero hay quienes opinan que Coalición Canaria se merece lo que sucede, porque en los últimos tiempos está llevando una polÃtica aparentemente errática en sus alianzas, que en sus verdaderas razones sólo se las explican entre ellos, aparentemente con piruetas en el vacÃo, sin saber si debajo habÃa o no una red. Y asà no serÃan de extrañar los batacazos.