VERÓNICA MARTÍN | Santa Cruz de Tenerife
La erupción submarina de El Hierro estará, en breve, monitorizada y estudiada en su origen. En el fondo marino. Esto será posible gracias a la entrada en el equipo científico de dos buques oceanográficos que permitirán llegar a ese punto que los vulcanólogos que se encuentran en El Hierro no pueden estar: a más de mil metros de profundidad.
Hace unos días, el catedrático en Ingeniería Geológica de la Universidad Complutense de Madrid y experto en riesgos geológicos, Luis González de Vallejo, criticaba públicamente que en el comité científico de la crisis volcánica no se hubiera incluido a un centro tan esencial como el Instituto Español de Oceanografía o con el Instituto Canario de Ciencias Marinas, y lo hacía porque semanas atrás se hablaba de una posible erupción volcánica submarina.
España, y también Canarias, cuenta con personal científico y técnico y con instrumentación adecuada para complementar los estudios vulcanológicos que se están haciendo desde que estallara la crisis volcánica el pasado 19 de julio. Por eso, sorprendía a todos ellos que el pasado lunes se dijera que era difícil precisar qué estaba ocurriendo a dos kilómetros de la costa en la primera erupción anunciada por el Gobierno de Canarias tras sentirse el tremor volcánico. Desde ayer, el equipo de investigación y control de la crisis volcánica se ha visto enriquecido con unos profesionales esenciales que van a dar muchas claves de lo que está ocurriendo a cientos de metros de la superficie. Son los oceanógrafos, tanto biólogos como químicos o físicos. Nadie los había llamado oficialmente, hasta ayer. Y lo hicieron como plan B pues la primera opción que barajó el Gobierno de Canarias fue acudir a las operadoras telefónicas europeas a que le dejaran el buque Leon Thevenin que opera para ellas. Su negativa, quizá, les hizo mirar hacia los instrumentos públicos que hay en España. Y la lista era larga.
El Instituto Canario de Ciencias Marinas (ICCM) es un centro del Gobierno de Canarias que tiene un buque oceanográfico, el Profesor Ignacio Lozano, que llegará hoy a El Hierro con instrumentación propia con capacidad de medir cambios de temperatura, sanilidad y otros elementos físico-químicos que puede aportar muchos datos nuevos para contrastar con las tesis de los vulcanólogos. El buque del ICCM será relevado, seguramente el próximo martes, por un barco mucho más nuevo y mejor preparado perteneciente al Instituto Español de Oceanografía (IEO): que se traslada desde Vigo hasta Canarias en estos momentos. El barco es una reciente adquisición y se llama Ramón Margalef. Como instrumento científico El Hierro también casi estrenará un último vehículo robótico submarino con gran capacidad para fotografiar y recoger muestras a grandes profundidades: el Liropus 2000 que llega, como su nombre indica, a los 2.000 metros bajo el agua. Además, el buque está dotado de aparatos matimétricos multihaz de alta resolución y otros instrumentos como las rosetas con sensores LTD, como las que se utilizaron en la gran expedición Malaspina. Con todo, el magma que ha salido o saldrá en la zona oceánica estará perfectamente auscultado por los científicos. ¿Qué dirán entonces?
[apunte]
Un instrumento de 1,5 millones
El vehículo submarino no tripulado (ROV) que el Instituto Español de Oceanografía traerá a El Hierro ha costado cerca de un millón y medio de euros y es capaz de operar hasta más de 2.000 metros de profundidad. Cuenta con un potente sistema de iluminación de 17.000 lumens de potencia (17 veces más que una bombilla de 100 vatios), y cámaras de elevadas prestaciones, una de ellas de alta definición (formato HD) y otra de muy baja luminosidad.
En cuanto a la instrumentación oceanográfica, el Liropus cuenta con dos equipos CTD para medir temperatura, presión y salinidad así como con un correntímetro de efecto doppler para estudiar las corrientes a las profundidades donde opere. El bastidor está diseñado para instalar hasta 20 kilogramos otra instrumentación.
[/apunte]