El propio viceconsejero de Cultura y Deportes del Gobierno autonómico, Alberto Delgado, es el que se ha encargado, en virtud de una estrategia a la que aludiré más adelante, de anunciar a los agentes del sector que su departamento sufre un recorte presupuestario superior al 60% en el proyecto de cuentas públicas para 2012 que ha diseñado la ConsejerÃa de EconomÃa y Hacienda. Un tijeretazo semejante supondrá un golpe brutal, con efectos potencialmente aniquiladores, en la todavÃa débil y escasamente vertebrada industria cultural en el Archipiélago. Todos los agentes del sector se han quedado frigorificados por el espanto. Es como si se hubiera anunciado el fin del mundo para dentro de tres minutos -o lo que es lo mismo, tres meses- y no supieras en qué emplearlos para evitar una catástrofe ineluctable. Porque la catástrofe llegará. Muchos agentes de la industria cultural -promotores, editores, galeristas, productores cinematográficos- no terminan de entender la calamitosa situación económica y presupuestaria que estamos viviendo y la angustiosa situación, muy cercana a la quiebra técnica, de las administraciones públicas canarias. No entienden o ignoran, sencillamente, y por limitarnos a un ejemplo, que el incremento del 1% del presupuesto en materia sanitaria está destinado a abonar parte de la descomunal deuda que acumula el Servicio Canario de Salud. No parecen advertir que la mayorÃa de los sectores y subsectores de la economÃa canaria se encuentran ya a la intemperie presupuestaria y registran cientos de cierres empresariales y decenas de miles de desempleados.
El roce subvencionista hace el cariño y ese cariño quizás explique la anomia crÃtica respecto a las polÃticas y programas de la ViceconsejerÃa de Cultura: un silencio sepulcral que solo se rompe cuando el presupuesto público mengua o cuando se manipulan campañas a favor del 2%. Después de tres años de crisis Alberto Delgado no se replanteó en ningún momento cambios en polÃticas y programas culturales que -al margen del juicio crÃtico que merezcan y del mefÃtico despilfarro que caracterizó a algunas iniciativas- eran propios de la grandeur institucional de épocas de vacas gordas y muy tetudas. La solución, amigos, no es Alberto Delgado, que juega ahora, siguiendo pasadas experiencias, a estar en el Gobierno y a no estar con el Gobierno. La solución no pasa por los presupuestos generales para 2012. Pasa por recabar apoyo polÃtico y técnico del Ejecutivo para buscar perras, sea en programas europeos, sea en una modificación normativa que permita materializar RIC en actividades culturales, sea donde sea. Con inteligencia, tesón, lucidez y sentido del riesgo. Piensen y actúen por su cuenta o ya nunca les saldrán las cuentas.