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Espectáculo sísmico > Juan Henríquez

   

Trataré por todos los medios de no herir sensibilidades. Y otra cosa. Al escribir de un asunto del que no tengo ni puta idea, salvo la de un ignorante que vive entre volcanes y movimientos sísmicos que se producen cada día en cien puntos distintos del Archipiélago, obviaré la parte científica de la cuestión, quiero decir que no diré más de lo que se han hecho eco los medios de comunicación; por cierto, algunos pasándose dos pueblos en lo que, más que crónicas técnicas, parecen relatos de extrañas muertes del antiguo Ocaso (periódico español monográfico de sucesos). Por todo ello un servidor se va a limitar al continente, más que al contenido de las alarmas sísmicas.

¿Por qué califico de espectáculo sísmico lo que viene ocurriendo en El Hierro con posibles erupciones volcánicas? Al menos tengo dos posibles respuestas. La primera es que vivimos las veinticuatro horas del día sobre un territorio, por mar y tierra, vulcanológico; lo digo por si alguno de esos que muestran su extrañeza sobre lo que está ocurriendo en la más occidental y meridional de las Islas Canarias, no se ha enterado. Y una segunda, es que me asombra la facilidad con la que nos olvidamos que los dos tercios de nuestra economía depende del turismo. Con toda la modestia del mundo, en mi opinión éste espectáculo mediático proyectado al exterior de erupciones y seísmos, es una bomba de relojería para el sector turístico.

No conozco de nada al personaje, jamás he cruzado palabra con él, pero cada vez que lo oigo hablar por radio o televisión, y no le digo nada cuando aparece con el sombrero, me entra una ripia por todo el cuerpo, que solo se me quita cambiando de dial o canal. Hablo de don Nemesio Pérez, que, según dicen, es director de la División del Medio Ambiente del Instituto Tecnológico de Energías Renovables (ITER). Para mi que este señor habla demasiado, porque en lugar de informar y tranquilizar a la población, provoca el efecto contrario, una sistemática e innecesaria alarma social. Alguien debería pedirle mesura al señor Nemesio Pérez a la hora de intervenir en los medios de comunicación social. Conste que en ningún caso hablo de limitar la libertad de expresión, sino que el individuo quede sujeto a cuando debe o no intervenir ante la prensa, es decir, que funcionara según los parámetros de un organismo de emergencia.

No hace muchos días escuché unas declaraciones del prestigioso vulcanólogo Juan Carlos Carracedo, en las que de una parte, decía: “Sí lo que se está haciendo en El Hierro se hiciera en Hawaii, la gente se partiría de risa”. Y de otra, calificando de “terrorismo científico” la actitud de la dirección del ITER. Ambas afirmaciones son terribles, y dan una imagen espantosa de lo que está ocurriendo.

El verdadero terror está en el debate público entre científicos, que son los culpables de la desinformación a la población, y todo, por una cuestión de celos profesionales. Todo lo que se está haciendo tendría mayor eficacia sí se hiciera con la discreción justa para evitar la alarma social, de momento excesiva. ¡Sentido común, señores!

juanguanche@telefonica.net