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José Herrera: “Cuando trabajo, parto de mi silencio”

   

El artista canario, José Herrera. | DA

RAFA CEDRÉS | Santa Cruz de Tenerife

El artista canario José Herrera (La Laguna, 1956), presente en las mejores colecciones de arte españolas y uno de los destacados artistas de su generación, expone desde el pasado septiembre y hasta octubre su obra en la Galería Manzoni Schäper, de Berlín. Herrera mostró por primera vez su trabajo de manera individual en 1984, en la Ermita de San Miguel de La Laguna. Desde ese entonces, destaca entre otras colecciones, ‘Ineludible encuentro, Hacia el paisaje y De mí’.

-Su trayectoria es amplia: las galerías en las que ha trabajado son muy importantes, como la Galería Oliva Arauna. ¿Qué viene a significar para José Herrera trabajar ahora con la Galería Manzoni Schäper, de Berlín?

“Un estímulo grande y un reto para mí muy importante. Rebeca Manzoni tiene ahora un espacio de nueva creación y ha decidido inaugurar su galería con mi trabajo. Esto no es normal con todos los artistas que trabajan en este momento en Berlín. Ella conocía mi obra, aunque lleva unos años allí. Desde la obra efímera ‘Cuerpo de la luz’, aquella pieza de casi 15 metros de largo que realicé para el espacio La Recova de Santa Cruz de Tenerife, tuvo claro que contaría conmigo si alguna vez tenía una galería, con el fin de sacarme del contexto español. Sus padres, Ingrid Wessels y Renato Manzoni, han contribuido mucho a que todo esto se hiciera realidad en poco tiempo”.

-¿No había expuesto usted antes fuera de España?

“Sí, mis piezas se han visto en diversos lugares como, Art-Forum Berlin, Zürich, Basilea, Innsbruck, Colonia, Atenas, o Dakar”.

-¿Qué tipo de obra ha expuesto? ¿Es la galerista quien ha optado por uno u otro trabajo?

“He llevado una obra realizada de pasta de papel, una segunda, de madera y pan de oro y otra Memoria de la tristeza, realizada con almohadas, sillas y una mesa con mantel rojo. Todas estas, tridimensionales, además de acuarelas de gran formato y obra pequeña sobre papel. Durante el tiempo de conversaciones previas a la exposición, Rebeca y yo hablamos mucho acerca de todas las imágenes de las obras que le iba enviando y de las características del espacio. Es decir que las obras que han ido a Berlín, han sido seleccionadas entre ambos, pero como digo después de hablar y hablar. Esto es muy importante para mí”.

'Memoria de la tristeza' obra realizada por Jose Herrera en 2008. | DA

-Sabemos que estudia muy bien los espacios para que lo obra se vuelva muy abierta. ¿Ha quedado contento con el montaje?

“Siempre ha sido muy difícil para mí instalar la obra. El espacio es determinante. Esto no quiere decir que la obra se monte en función del lugar. Hay que buscar el sitio, donde la obra dialogue no solo con el espacio sino con el que la contempla. Empleamos muchas horas en el montaje, lo cual me alegra y no solo por esto, sino por todas las ideas que van surgiendo y el diálogo que se establece entre las personas que están cerca de ti e implicadas en lo mismo. De ahí que afloren sensibilidades y emociones distintas, pero que al final hay que encontrar la energía y el silencio del lugar para que todo ‘funcione’”.

-Por las noticias que tenemos, su exposición está teniendo una buena acogida. ¿En Berlín se entiende su obra mejor que en otros lugares?

“Creo que puede entenderse mejor. Es otra mirada, otra sensibilidad, otra conciencia, donde el arte forma parte del Todo, cultural y socialmente hablando. En la vida diaria, por ejemplo, observas la preocupación por el ahorro energético. La ciudad está iluminada por la noche con una intensidad lo justo para que, entre otras cosas la oscuridad esté presente. Es posible ver las estrellas y la luna llena desde la calle Potsdamer o Alexander Platz. Mientras que aquí tenemos derroche, contaminación y agresividad lumínica por todas partes. ¿Qué aprenden nuestros políticos cuando viajan fuera? La naturaleza y el arte siempre han ido de la mano, formamos parte de ella; la cultura, también. Y en este sentido todo se relaciona con todo y el arte forma parte del día a día de las personas. La afluencia de gente por todo este enclave de galerías es impresionante. Siempre observan atentamente y se interesan por toda la documentación que aporta la galería sobre mi proceso de trabajo, colecciones, textos, etc. Existe, además, un libro en la galería para recoger los comentarios y experiencias y, según me cuenta Rebeca, está casi lleno. Es curioso, todos los visitantes dejan su correo electrónico”.

-La Galería Manzoni Schäper lo está apoyando de forma muy decidida, pero ¿ha recibido algún apoyo de su tierra?

“Esta exposición, después de muchas batallas, ha sido posible gracias al viceconsejero de Cultura del Gobierno de Canarias, Alberto Delgado, y al apoyo fundamental de Carlos Díaz Bertrana, quien desde el primer momento se implicó en que este proyecto saliera adelante. Contribuyó el Gobierno, con dinero público, al transporte de la obra y el pasaje. Este compromiso de la Institución en afrontar los gastos de transporte y pasaje con el fin de salvar la insularidad de los artistas, es fundamental. Cuando trabajaba con la galería Oliva Arauna de Madrid, si el Gobierno no pagaba transporte, no había nada que hacer”.

-A partir de este momento, ¿empieza algún otro ciclo creativo?, ¿o sigue avanzando en la línea del título de su exposición, ‘The Space of Memory’?

“Ahora continúo trabajando en piezas que había comenzado antes de la exposición y en obra sobre papel. Creo que siempre he trabajado, lo pienso ahora, en algo relacionado con la memoria, el espacio, el silencio, lo oculto, lo íntimo, la soledad, la conciencia, la fragilidad, la provisionalidad, la tristeza, lo mágico, el paisaje interior porque el real está amenazado de muerte, la decepción, el otro, lo primario… Puedo seguir hablando de cosas como las emociones, lo visceral, lo sensible, lo femenino, la muerte…, lo poético, la intuición, la energía…, es decir, el ciclo está siempre empezando, siempre abierto, inconcluso. Cuando trabajo, parto de mi silencio, de mí”.