Las cosas de las banderas son delicadas, tal vez porque tocan a lo que pueden representar simbólicamente, más que al aspecto material de que ondeen o no, o de cómo ondeen y en qué orden se pongan a ondear.
En España hemos tenido guerra de banderas, tanto en el País Vasco como en Cataluña, e incluso en Canarias periódicamente aparece alguna polémica sobre la de las siete estrellas, adoptada últimamente por Coalición Canaria con resultado polivalente, unas veces vista como independentista y otras como elemento del “nacionalismo integrador” que Paulino Rivero concede a su fuerza política.
Pero no es la habitual discusión sobre banderas autonómicas la que se produce estos días, sino que es la bandera española la que tiene enredados en una guerrita a los consejeros del Cabildo de Gran Canaria. Se trata de la llamada superbandera de una plaza de Las Palmas, que al igual que la que se encuentra en la de Madrid, resulta espectacular, pero que genera dudas sobre la necesidad de ella cuando se conoce a cuánto ascendió su costo, que fue de 360.000 euros, y el gasto de mantenimiento que generan actualmente.
Pero es que en Las Palmas también aparecen cuestiones no previstas, como los problemas de seguridad. Estos fueron expuestos en un informe del pasado marzo de la empresa que se ocupa de ésta, donde se señala que supone un peligro para los viandantes y sufre un deterioro superior al previsto inicialmente. Se destaca que el mayor desgaste obedece a que el viento es superior al recomendado de 42 kilómetros por hora y su cercanía al mar ocasiona más deterioro por la humedad y la salinidad. Además, apunta a que las banderas golpean sobre las palmeras que rodean el mástil en su izado o arriado, lo que provoca a veces roturas cada vez mayores al estar el tejido más deteriorado. Por estas circunstancias, la empresa concesionaria señala que las banderas han sufrido diferentes reparaciones como recortes en su parte trasera, parcheados y cambios.
El debate estaba pospuesto por las elecciones locales y los cambios de gobierno en algunas corporaciones, pero ahora se ha abierto en el Cabildo grancanario sobre si la bandera continúa o si se retira y se iza sólo en ocasiones especiales. Hubo una moción de PSOE y Nueva Canarias en la que se pedía que se revocara la decisión de colocar la bandera de forma permanente y fue rechazada con los votos del Partido Popular y de los nacionalistas de Coalición Canaria y CCN (lo cual ha dejado un tanto confusa a la parroquia nacionalista).
Destacó el planteamiento de defensa del presidente, José Miguel Bravo de Laguna, de que “despilfarro sería dejar que las banderas se pudran en un almacén”, que será muy práctico, pero que tal como están planteando el tema quizás le pone algo de un “¿y qué más da?, si se va a romper igual” a la exhibición, que le reduce un poco pedestremente la buscada grandeza.