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La democracia en el mundo > Jaime Rodríguez-Arana

   

Si la democracia es, como parece, el mejor sistema político hasta ahora inventado, el que hace posible el gobierno del pueblo, por y para el pueblo, la constatación de la situación general mundial nos interpela acerca de la salud de esta forma de gobierno a nivel planetario. Es evidente que hoy, en plena crisis económica y financiera, las condiciones de vida de los ciudadanos, al menos en el mundo occidental, están bajando muchos enteros.

La crisis está motivando que se baje el sueldo a los empleados públicos, que se congelen con tendencia a la baja las pensiones públicas. Y, junto a ello, los registros del paro baten records, incluso en los mismísimos Estados Unidos de América.

En este contexto, el último informe publicado por The Economist Intelligence Unit sobre la democracia en el mundo, el correspondiente a 2010, refleja efectivamente que la democracia a nivel global no está en su mejor momento. Más bien, el informe constata un leve pero preocupante retroceso del proceso de democratización del mundo.

En este diagnóstico que anualmente lleva a cabo The Economist se analizan cinco indicadores: proceso electoral y pluralismo político, funcionamiento del gobierno, participación ciudadana en la política, cultura política y respeto a los derechos fundamentales de las personas. Es decir, si las elecciones son libres y todas las fuerzas políticas pueden presentarse a los comicios, si el gobierno sirve objetivamente al interés general, si la población realmente participa en la política a través de los más variados instrumentos que tiene a su disposición. En el apartado relativo a la cultura política, quizás el más relevante, al menos a mi juicio, se valora hasta qué punto el partido que pierde las elecciones asume deportivamente la derrota y se concentra en la labor de oposición o, por el contrario, se dedica, con ocasión y sin ella, a impedir por todos los medios el ejercicio del gobierno. Igualmente, en el capítulo de la cultura política hay que tener presente si la ciudadanía está presente o se recluye en sus cosas y también hasta qué punto existe en el seno de la sociedad pensamiento crítico, abierto y plural.
La puntuación asignada a los diferentes países oscila entre 1 y 10. Quienes no llegan al 4 se califican de autoritarios, los que están entre el 4 y el 5,9 se denominan híbridos, los que basculan entre el 6 y el 8 son las democracias deficientes y las democracias plenas serían las que van del 8 al 10. Los países híbridos serían aquellos en los que, a pesar de vivir en una formalidad democrática, la realidad es sustancialmente no democrática. Las democracias deficientes son aquellas en las que existen más elementos democráticos que no democráticos. Las categorías de democracias plenas y países autoritarios no reclaman demasiados comentarios.
El informe examina 167 países y acredita 26 democracias plenas, 53 democracias deficientes, 33 regímenes híbridos y 55 países autoritarios. Hay que tener presente que el informe se termina en noviembre de 2010 y no tiene en cuenta las revoluciones árabes más recientes acontecidas en el norte de África.

Si se compara el informe de 2010, por ejemplo, con el de 2008, mientras mejoran su posición 38 países, empeoran 91.

A pesar de la crisis económica y financiera, el mundo occidental, o sea, EE.UU. y UE, sigue situado en la locomotora, pues estos países siguen siendo democracias plenas. España, en este capítulo, ocupa, sin embargo, el puesto 18. Europa del Este solo cuenta con un país plenamente democrático, que es la República Checa.
El resto de los países de esta región son democracias híbridas, deficientes o sistemas autoritarios. Asia y Oceanía tienen de todo, contándose en su seno el país menos democrático del mundo: Corea del Norte.

En Iberoamérica lo que abunda es la democracia defectuosa, aunque Costa Rica y Uruguay son democracias plenas y Cuba un país autoritario. En Oriente Medio y norte de África el panorama, como el del África subsahariana, es desolador, aunque los procesos de las revoluciones recientes han provocado ahora algunas mejoras.

¿Cuáles son las causas de que la democracia a día de hoy en todo el mundo esté viviendo sus horas más bajas de los últimos años?

El informe revela que la idea mítica de que los sistemas occidentales son paradigmas de democracia está en crisis. Ahí están las guerras de Irak y Afganistán para demostrarlo. Existe, es verdad, un desencanto general con la política y, sobre todo, con los políticos, en Europa. En Iberoamérica se constata poca participación en los comicios, en África una galopante corrupción y, en diversas partes del mundo occidental, un preocupante proceso de restricción de las libertades por motivos de seguridad.

La crisis económica también ha supuesto un gran malestar social en las democracias más avanzadas provocando un peligroso proceso de acercamiento al denominado capitalismo autoritario chino. En los países más inestables, la crisis hace tambalear los endebles fundamentos del sistema político.

En fin, ojalá que en España el 20-N traiga consigo la regeneración democrática que todos esperamos. El horno, como se comprueba, no está para bollos.

* Catedrático de Derecho Administrativo | jra@udc.es