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La marcha de los indígenas, de la Amazonía a Los Andes en defensa de su tierra, se acerca a La Paz

   

Los indígenas bolivianos rechazan la construcción de una carretera que partirá en dos una reserva natural. | EFE

EFE | La Paz

Los indígenas bolivianos que durante dos meses recorrieron la travesía entre la Amazonía y los Andes para reclamar al presidente del país, Evo Morales, que frene una carretera que partirá en dos una reserva natural han llegado por fin a las puertas de La Paz.

La columna de nativos entrará hoy en la ciudad tras ascender la mítica carretera de los Yungas, ruta que serpentea por las empinadas laderas de las montañas hasta superar una cumbre de más de 4.500 metros de altitud, que hace de frontera natural entre el altiplano y el trópico bolivianos.

Fatiga, frío y, sobre todo, el mal de altura, eran visibles en los rostros de los caminantes, pero las ansias de llegar a su destino, el coraje que les empujó al camino y las muestras de apoyo que han recibido a cada metro aupaban sus ánimos en los momentos de flaqueza.

“¡Jallalla (viva, en aimara) los pueblos indígenas originarios!, ¡Jallalla la marcha indígena!”, gritaban los integrantes de la marcha a cada curva del camino.

Algunos niños, ancianos, mujeres y enfermos han sido trasladados en camionetas y minibuses hasta el precario campamento habilitado a 10 kilómetros de La Paz, donde la marcha descansa antes de su entrada, en medio de homenajes, en el centro de la sede de la Presidencia y el Parlamento de Bolivia.

El trayecto por las montañas andinas fue especialmente duro para quienes tienen menos resistencia al frío y la altura, pues la gran mayoría de los marchistas vienen de la Amazonía, casi al nivel del mar.

Pero el cambio de clima que se experimenta al subir al altiplano casi parece un mal menor comparado con caminar en un día casi 30 kilómetros a más de 4.000 metros de altura, por la falta de oxígeno.

Entre los cientos de amazónicos había quienes caminaban con unas sandalias ya destrozadas por los kilómetros recorridos, otros portaban arco y flechas, algunos coreaban consignas, otros daban declaraciones a los periodistas e incluso había quien tocaba el violín mientras avanzaba a paso ligero.

Cientos de voluntarios se han sumado a otros tantos periodistas y empleados de la alcaldía de La Paz a lo largo de las últimas jornadas, formando un gran alboroto alrededor de la marcha.

Abundan las muestras de apoyo, la ayuda con comida y bebidas, e incluso la asistencia médica para un buen número de marchadores que han necesitado máscaras de oxígeno para continuar la ascensión.

Los indígenas exigen al presidente Evo Morales que cancele el contrato con la constructora brasileña OAS

El alcalde de La Paz, Luis Revilla, adversario de Morales, les esperaba el martes para ofrecerles una ceremonia de recibimiento, pero los indígenas no le prestaron atención y algunos comentaron molestos que el político solo quería una fotografía decorada con ellos y la “whiphala”, bandera aimara ajedrezada y multicolor.

Los caminantes prácticamente no se han detenido por el ritual que había preparado Revilla y siguieron con paso firme para terminar el último tramo de una jornada agotadora.

La marcha pacífica, que empezó con 1.500 personas y se redujo a pocos cientos cuando la dispersó violentamente la policía el 25 de septiembre, ha recorrido más de 500 kilómetros en los últimos 65 días.

“La masacre”, llaman ellos a aquella brutal acción policial que incluso Morales calificó de “imperdonable” y le ha costado el cese de dos ministros, un viceministro, el subdirector de la Policía y otros colaboradores.

Los indígenas marchan en defensa de su territorio frente al modelo desarrollista y hoy esperan reunirse finalmente con Morales, que aceptó el diálogo “directo” con los líderes de la marcha a última hora, tras dos meses evitándolo.

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La marcha cuenta cada vez con más apoyos

La marcha de los indígenas bolivianos va creciendo este miércoles con el apoyo de diversos sectores mientras llega a La Paz, tras 66 días de caminata desde la Amazonía para oponerse a la construcción de una carretera a través de una reserva natural.

Universitarios, indígenas andinos, maestros, sindicalistas, autoridades de la Iglesia Católica y vecinos saludaron la movilización o se sumaron a su paso, tras comenzar la entrada al casco urbano desde el caserío de Urujara, donde los caminantes pernoctaron.

El presidente de la Confederación de los Pueblos Indígenas del Oriente Boliviano (Cidob), Adolfo Chávez, ratificó hoy la decisión de entrar a la plaza Murillo, donde están el Palacio de Gobierno y el Parlamento, para asistir a una misa en la catedral al mediodía.
“Vamos a pasar por la plaza Murillo, corresponde hacerlo y aclaramos que no venimos a apalear a nadie”, apuntó Chávez.

La plaza Murillo no está cercada por fuerzas policiales, pero en el lugar hay un camión antidisturbios y dos ambulancias, según los medios locales.

Chávez agregó que dedicarán esta jornada a saludar a diversos sectores para agradecer su apoyo y que mañana puede concretarse el diálogo que ofreció el presidente Evo Morales sobre sus demandas.

El mandatario manifestó el martes su disposición de conversar de forma directa con los líderes indígenas, tras rechazar durante más de dos meses el diálogo con la movilización.

Los indígenas exigen a Morales que detenga la construcción de una carretera que atravesará el Territorio Indígena Parque Nacional Isiboro Sécure (Tipnis) y está financiada por Brasil y construida por una firma de esa potencia regional.

La marcha llega después de que Morales sufriera el domingo la primera derrota electoral desde 2005, en unos comicios para elegir a las autoridades judiciales y de otras instituciones en los que la oposición impulsó los votos nulos o en blanco, que superaron un 60 %, mientras los del oficialismo no llegaron a 40 %.

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