LA COLUMNA > POR MANUEL IGLESIAS

Mejor un ‘me voy’ y no un ‘me echan’ > Manuel Iglesias

Casimiro Curbelo ha anunciado su renuncia a ser candidato del PSOE al Senado en las próximas elecciones generales, lo cual se puede considerar tanto como un gesto generoso por su parte hacia el partido, evitándole los problemas que se podrían producir, como un retirarse antes de que lo echen, interpretando lo de “echar” como una segura decisión del órgano nacional rechazándolo y no inscribiendo su candidatura.

La decisión de la dirección del partido estaba cantada, aunque algún dirigente del PSOE local, como Julio Cruz, tome por tontos a los canarios diciendo que no había nada oficial. Pues debe ser el único que no se había enterado de por dónde iban los tiros, porque tanto Elena Valenciano, la portavoz de la campaña de Alfredo Pérez Rubalcaba, como el propio Rubalcaba, ya habían señalado -con buenas palabras el segundo y más despiadada la primera- que no debería ir y que se vetaría su presencia en las listas. El espantón estaba claro y lo único que se dudaba era si Curbelo optaría o no por ir como independiente fuera del PSOE.

Pero si este era un resultado sabido y no es una novedad, sino que se daba por hecho desde las primeras manifestaciones tras el incidente de Madrid, ¿para qué aceptó Curbelo que su partido en La Gomera lo aprobase como posible candidato?, ¿por qué se siguió adelante y dejó que los órganos regionales apadrinasen la decisión ante Madrid y anunciaran su apoyo?
Desde el primer momento podía haber rechazado esa opción, cuyos obstáculos insalvables se sabían, y evitar este ir y venir de las especulaciones que han afectado a su partido en Canarias, que no sale bien parado de todo el sucedido, tanto por el apoyo a Curbelo primero, que enojó a una parte de los militantes, como por la sensación que llega ahora de falta de autoridad para desde el principio frenar lo que sabía que no iba a prosperar, o seguir con el candidato hasta el final plantando cara a Madrid y que fuera la organización nacional la que ejecutara el papel de verdugo, ya que era la que reclamaba su cabeza.

Y sin olvidar que todo esto le sucede a Casimiro cuando en realidad no se sabe con certeza qué pasó y se mantienen dos versiones contradictorias sobre lo que ocurrió en Madrid. Se está dando por buena sólo la de una de las partes, la que más le perjudica, sin que lo sucedido haya sido verdaderamente aclarado y ni siquiera se haya podido ver la grabación que se supone que existe sobre lo ocurrido.

Si Casimiro Curbelo es culpable, todo lo que pasa es respaldado por esa responsabilidad que le cabe y la necesidad de asumir las consecuencias de lo hecho. Pero si las cosas judicialmente al final no son como se ha dicho desde uno de los lados, sino como afirma Curbelo, a ver cómo sacan la pata todos lo que las han metido. Incluidos sus compañeros -y sobre todo compañeras- socialistas, que lo han echado de las listas.